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Atenea, psicoanálisis de un mito. Año 5. Número 11

11 min de lectura

Autora: Angélica Jazmín Flores Huerta.

RESUMEN
El presente texto muestra un análisis psicoanalítico ubicando fijaciones dentro de la primera infancia y sus consecuencia a partir del análisis de un mito griego en el que igualmente se identifican neurosis e histerias de los personajes de dicho relato, con énfasis en la diosa Atenea.

PALABRAS CLAVE: Fijación, complejo de Edipo, inconsciente, preconsciente, consciente, estructura yoica, parricidio.

INTRODUCCIÓN
El mito de Atenea
Para Joseph Campbell (1959), los mitos son la consciencia colectiva. Por su parte, Atenea es una de las figuras más simbólicas dentro de la mitología griega. ¿Pero, qué hay detrás de ello? Desde un punto de vista analítico, la figura de Atenea representa una secuencia de acontecimientos que simbolizan la vida inconsciente de los individuos y los problemas en la estructura yoica que tuvieron lugar durante la primera infancia mediante fijaciones y una neurosis histérica.

DESARROLLO
El mito inicia cuando Urano, dios del cielo, se casa con su madre, Gea, diosa de la tierra. De ambos surgieron los titanes, gigantes y hecatónquiros, bajo el influjo de pulsiones sexuales y de autoconservación, para asegurar la preservación de la especie, para concluir más adelante con pulsiones tanáticas, pues desde el nacimiento de los gigantes y hecatónquiros, Urano sintió desprecio y aborrecimiento por su físico, dando el primer rechazo a los menores. Sintió vergüenza (culpa) por haberlos creado y dado que son hijos de su propia madre tenían altas probabilidades de nacer con problemas congénitos, retraso o enfermedades genéticas.

Urano, entonces, abre un hoyo dentro de la tierra, el Tártaro, para encerrar a sus hijos y evitar que salieran. Pero Gea es la tierra, por lo que Urano sólo devolvió al vientre materno a sus hijos, generando una regresión topográfica, donde el bebé es alimentado por su madre y conforman uno mismo llevando al narcisismo primario donde no se diferencia el hijo de la madre. Con gratificaciones inmediatas, de una omnipotencia total y una simbiosis con la madre, lo que propone que los gigantes y hecatónquiros sufrían de alguna desorganización de la personalidad, como la psicosis o esquizofrenia (González Nuñez y Rodríguez Cortés, 2008).

Otra hipótesis es una neurosis con regresión a la etapa oral, con dependencia de la madre por alimentar al hijo, buscando la finalidad de la adaptación pero sin tener congruencia ante la realidad externa. Se puede identificar al dios Urano fijado en la etapa anal, con la pulsión parcial del sadismo pues disfruta someter a sus hijos y dañar a su esposa, provocándole dolor por la regresión y rechazo hacia los menores al tratar de destruirlos. Este logro le produjo placer.

Gea, ante este acto, manipula a sus hijos de manera perversa para destruir a su padre. Cronos, dios de la Cosecha y el menor de los titanes, accedió a ello por el odio al distante padre Urano. Entonces Cronos intenta incorporarlo como objeto y dominarlo, pero al no tener la atención del padre se tornó agresivo y contra él. Culpando al padre de sus dolores emocionales y sus frustraciones, situándose en la etapa fálica-edípica dentro la primera etapa genital (donde el amor objetal está limitado por el complejo de castración) se encuentra frente a un mayor deseo por destruir al padre, quedarse con su poder y poseer a la madre. Es entonces que cuestionamos: ¿fue Cronos un juguete de Gea y de su deseo por poseer el falo? ¿Cronos deseaba ser el falo de la madre para satisfacerla?

Gea sufría del complejo de Yocasta (Olivier, 2014), sentía envidia fálica, fue castrada y carecía de falo, por lo que deseaba el parricidio y durante un encuentro sexual Urano es castrado por Cronos con ayuda de una hoz (símbolo fálico) entregada por ella. Cronos toma el lugar del padre como Dios supremo, toma el control del universo y libera a sus hermanos, a los cuales pronto regresó al Tártaro y desposó a su objeto de amor desplazado, no a la madre, a la hermana Rea, que simboliza el incesto (polinesio) (Freud, 1924).

Lo que sucede con Cronos es lo que menciona Lacan en el triángulo tragicómico de la primera infancia, desglosado en tres tiempos. En el primero está la madre, Gea, el hijo Cronos y el falo (representación psíquica del deseo y poder). En el segundo tiempo nuevamente aparecen Gea y Cronos, es aquí donde debió haber un llamado del padre para hacer el corte simbólico y reemplazar el deseo de la madre. El último tiempo ocurre cuando ya existe un tercero, el padre, sin ligadura narcisista entre la madre y el hijo, porque ahora el deseo de la madre ha sido reemplazado por el padre. Aquí se da la identificación con el padre para no buscar más a la madre sino a una sustituta. En Cronos no ocurrió, la relación madre e hijo se hizo más fuerte y el deseo de la madre perversa fue realizado. Cronos era el falo de Gea, no hubo la representación del padre que hiciera el corte simbólico con el hijo, dando lugar a la endogamia, ya no con la madre, pues hubo un desplazamiento hacia la hermana Rea.

Al subir al poder, Cronos y Rea tuvieron a Deméter, Hades, Hera, Hestia, Poseidón y Zeus. Pero Cronos sabía que a él le ocurriría lo que le pasó al padre y sería derrocado por uno de sus hijos. Entonces decidió no otorgar el falo, y comerse a cada hijo al nacer. Introducirlos en él (fijación en la etapa sádico oral mediante el acto canibal).

El mito también implica narcisismo, donde Cronos desea ser el único objeto de deseo de Rea sin permitir que sus hijos ocupen un lugar, deseen a la madre y quieran matarlo. Hay una fijación de tipo anal donde se incorpora el objeto con tendencias sádicas, al tragárselo para atormentarlo, dominarlo, encerrarlo y defecarlo. Pero antes de nacer Zeus, Rea pide consejo a Urano y Gea, para evitar que Cronos se lo trague también. Así decide entregar una piedra al dios y esconde al hijo en una cueva (símbolo de protección materna), lo cuida una ninfa. Al crecer Zeus alejado de la madre, con una constancia objetal negativa pues no hubo una internalización de una imagen constante y positiva, tiene privaciones y es vulnerable a posibles psicosis y depresiones (González Nuñez y Rodríguez Cortés, 2008).

Posteriormente hubo una lucha por el poder en la que Zeus y sus hermanos derrotaron a Cronos y al resto de los titanes. El factor decisivo en la «Lucha de Titanes» fue el apoyo que recibió Zeus de los hecatónquiros y los gigantes. ¿Por qué Zeus llevaba la guerra consigo? ¿Por qué los deseos de destruir? ¿Por qué se regía por pulsiones tanáticas? Fue una consecuencia o la sintomatología de la clausura de sus sentimientos durante la primera infancia (niño amorfo, muerto para todo deseo) llenándose de frustración y odio.

¿Por qué la necesidad de Zeus de ser visto y evidenciarse como el más fuerte? Incluso ayudado por la madre y para confirmar su fuerza frente al padre. Ejerciendo fuera sobre todo y todos, ya es el Dios y padre supremo del Olimpo, con el control total de todo. La respuesta está en que Zeus ve a su padre como su enemigo (quien le robo el amor materno) dando vida al parricidio. Libera a los tíos, lucha contra Cronos y libera a sus hermanos (fijación oral y un rechazo a la realidad interna por parte de Cronos al vomitar a sus propios hijos además de una fijación anal en la que retiene al objeto y al final lo expulsa, llevando al sadismo y al masoquismo).

Los cíclopes, que también habían sido liberados, crearon los rayos para Zeus en agradecimiento, el tridente de Poseidón y el casco de Hades que lo hacía invisible, todos ellos símbolos fálicos. Desde entonces, Zeus y sus hermanos reinan en el universo: Zeus tiene el poder sobre los cielos, es el guardián del orden, la norma, la cultura y la culpa; Poseidón reina sobre las aguas y; Hades sobre el mundo de los muertos.

Zeus se une a Metis, diosa de la precaución, su primera esposa. Pero la historia se repite y Zeus se entera que uno de sus hijos lo destronará y al saber que Metis está embarazada, se la traga y adquiere sus cualidades, con este acto muestra su regresión a la etapa oral donde la dualidad no existe: desea devorarla, la incorpora a sí mismo y la destruye. Aquí se aprecia la fusión de las dos pulsiones (residentes en el ello con la manifestación a través del yo) llevando del amor por Metis hacia el odio (González Nuñez y Rodríguez Cortés, 2008).

Primero Metis es considerada un buen objeto porque da placer a Zeus, pero al quedar embarazada Zeus peligra de ser destronado. Pero dado que la gestación del feto estaba bastante avanzada al comérselo, siguió desarrollándose en el cuerpo de Zeus que padece un fuerte dolor de cabeza que ordena detener a Hefesto, dios de los herreros, quien le abre la cabeza con un hacha especial y de ello nace Atenea, la diosa de la sabiduría (con tal grito de guerra que hizo temer a Urano y Gea) saliendo del cráneo completamente armada.

La diosa Atenea surge del interior de Zeus quien pudo haber tenido envidia de procreación, de vagina, de matriz, envidia por la maternidad, por los senos que conoció entre los brazos de su madre pero que posteriormente perdió y soñaba con recuperar. Aquello que Metis poseía y gozaba, y era codiciado por Zeus, por eso deseaba introducir al feto dentro de él y dar a luz, realizando así su deseo.

A pesar de que Jacques Lacan pretendiera hacer ver que las mujeres no deberían sentirse envidiadas por el hecho de la maternidad. Es posible que Zeus deseara inconscientemente sacar de él mismo a su hija Atenea, para poder llevar al cabo el deseo más escondido en sí mismo: dar a luz. Zeus, bajo pulsiones eróticas, busca sustituir a la madre real por una imagen fantasiosa pero similar, por lo que gasta mucha de su energía en su búsqueda. Entonces su amor es desplazado hacia su hermana Rea, quien no cumple con sus demandas. Así, dada esta frustración, la calma teniendo como esposas no sólo a diosas sino también a mortales, pues no puede soportar el displacer y busca la satisfacción a cualquier costo.

Zeus mantuvo relaciones con más de una mujer, relaciones regidas por la rivalidad y la competencia, lo que confirma su fijación en la etapa fálica edípica. Entonces, ¿Zeus quedó profundamente marcado por el complejo de Edipo y por ello no deseaba interponerse ni participar en el triángulo tragicómico y sólo buscaba una figura materna que le ofreciera lo que no tuvo?

Urano, Cronos y Zeus son muestra de la hipótesis genética y de la compulsión a la repetición donde los sujetos son programados desde la infancia para repetir conductas patológicas. Partiendo de las fuentes de lo reprimido, la conducta de estos dioses estuvo determinada por pulsiones de eros (libido) y tánatos (agresión) y por el medio externo (González Nuñez y Rodríguez Cortés, 2008).

Los dioses demostraron su patología retrocediendo con sus síntomas, volviendo a su primera infancia. Esta conducta inapropiada incluye el deterioro del juicio, la lógica de causa-efecto, donde todos buscaban de manera inmediata satisfacer sus necesidades y suplir sus carencias, las cuales quedaron reprimidas en el inconsciente y buscaban salir para poder ser atendidas. Pero también habla de dioses con una estructura yoica inmadura y pobre, pues hay una falta de regulación y control de impulsos. Ellos perciben al mundo externo de acuerdo con sus interpretaciones subjetivas ante la angustia por el miedo de perder el poder. Y sus relaciones objetales hablan de una dependencia con la madre que fue desplazada hacia alguna hermana.

En el mito se pone de manifiesto la importancia de la hipótesis genética dentro de las perturbaciones patológicas que tenían en común estos dioses del Olimpo. Por medio de los mecanismos defensivos protegían su estructura yoica. Ante su temor pasivo de ser controlados y devorados, para pasar a la forma activa y ser ellos los que controlan, pues les da placer el poder, transforman sus pulsiones en lo contrario, primero temen ser sometidos y por tanto buscan someter.

Minerva, la diosa de la guerra, de la inteligencia, la sabiduría y la artesanía, nombró la ciudad de Atenas, donde Atenea fue adorada en un templo especial. Esta última fue abanderada por su virginidad y por la creación del aceite de olivo que ofreció a los atenienses cuando compitió con su tío Poseidón por esta ciudad. Se cuenta que Poseidón hizo brotar un lago de agua salada con su tridente y la orgullosa Atenea, quien no dejaba que nadie la superara, hizo surgir el aceite de olivo.

Atenea, indica el mito, ayudó a los griegos para que los troyanos fueran derrotados dada la ofensa frente a la creación de un templo para Casandra, hija de los reyes troyanos, entonces decide vengarse de ellos.

También se cuenta que fue la responsable de las serpientes en la cabeza de Medusa, una joven mortal que era muy hermosa.

Su tío Poseidón forzó a Medusa a tener relaciones con él, dentro del templo de Atenea, acto que la ofendió y provocó el castigo a Medusa al maldecirla para que sus ojos petrificaran a quien la mirase, destinándola a la soledad ¿Querría Atenea ser poseída por su tío?, ¿sintió celos de Medusa por ser tan hermosa?

Atenea también era la diosa de la virginidad, aunque se cuenta tuvo un hijo con uno de sus tíos, Hefesto, quien abriera la cabeza de Zeus para que ella naciera. El hijo de Atenea y Hefesto fue Erictonio.

¿Atenea era histérica? Es probable dado que no descargaba sus deseos eróticos y lejos de desearlos sentía rechazo hacia ellos. El Súper Yo de la diosa era poco eficiente y rígido, generador de culpa, autocastigo y baja conciencia moral. Por lo que un acto sexual producía ansiedad, angustia, culpa y prefería recurrir a la represión de esta pulsión (accesible a la conciencia).

La hipótesis sobre la diosa Atenea ante una posible histeria propone una homosexualidad reprimida que generó el castigo a Medusa, al sentirse culpable de sus encantos. ¿Atenea no pudo tener el objeto de su amor y optó por destruirlo? ¿No deseó que nadie más la viera como ella la veía, y la deseara como ella la deseaba? Entonces decide poner serpientes en la cabeza de Medusa para evitar volver a mirarla, pues sabía que si volvía a mirar a Medusa con amor y deseo quedaría convertida en piedra.

Atenea se encuentra en una etapa fálica-edípica no resuelta, porque sigue atada a su padre, todo su amor le pertenece y es incapaz de sentir amor por otro hombre, llevándola a la renuncia de amar a alguien. Ella desea conservar toda su felicidad para su padre incapacitándola para amar a otro, porque considera que nadie más que su padre era merecedor de recibir su amor, atención y derivados de la libido.

Así, permanecer virgen no fue más que una máscara que la diosa utilizó para permanecer con su padre y calmar su ansiedad por la distancia de él, volviéndose la mano derecha del dios supremo. Atenea se identificaba con su objeto amoroso, su padre, adoptando sus características (Edipo mal elaborado con la hipótesis de una posible desviación sexual). Esto genera la histeria por el deseo reprimido de su homosexualidad, deseando el falo del padre para poder ser un objeto de satisfacción para ambos sexos.

En el mito de Atenea, ella tenía tendencias evitativas para el sexo y para la completa libertad del placer, lo que pudo generar conflicto y desencadenar angustia al presentarse la descarga de pulsiones residentes en ello. También rechazaba sus pulsiones por el yo y superyó, teniendo una mala descarga de la libido al no poder dominar pero tampoco controlar la descarga de sus estímulos. Nunca resolvió sus sentimientos de odio hacia su madre, por lo que sus relaciones con otras mujeres que representan autoridad o representan mayor belleza que ella son negativas y muy conflictivas, reviviendo la rivalidad no resuelta con la madre. Metis fue una madre ausente que no pudo ayudar a su hija a resolver el complejo edípico. ¿La lejanía de Metis se debió a que Atenea no fue un objeto satisfactorio por ser niña y carecer de falo, que no ayuda a la completitud de la madre?

¿Fue entonces Zeus el único que vio a Atenea como un objeto de amor? Quizá por ello Atenea se sentía un objeto no deseable e insatisfactorio haciendo que rechazara lo que era, envidiando siempre el cuerpo de los demás, ya que el suyo no era lo suficiente para dar placer ni producir ese deseo en la madre. Debido a esto necesitaba ser adulada en su templo de Atenas por su feminidad, dándole la reafirmación de ser deseada, logrando seguridad y una mejor identidad a su sexo mientras calmaba su angustia sexual.

Mediante esta hipótesis se observa que Atenea gasta mucha energía suprimiendo sus perturbaciones. También es víctima de sus fijaciones afectivas del pasado, desligándose del presente, ajena al porvenir, desahogando su frustración en la guerra como derivado de su pulsión tanática.

CONCLUSIONES
En conclusión, la búsqueda de la génesis en la sintomatología patológica radica dentro de la primera infancia (oralidad, analidad y fálica) y los personajes de la mitología griega son claros ejemplos de este mundo interno. Desde un enfoque psicoanalítico, la estructura psíquica, las carencias y los conflictos no resueltos terminaron en neurosis e histeria.

BIBLIOGRAFÍA

Campbell, J. C. (1959). El héroe de las mil caras: psicoanálisis del mito. México: FCE.

Freud, S. (1924). Obras completas: Tótem y Tabú. Argentina: Amorrortu.

González Núñez, J. J. y Rodríguez Cortés, M. P. (2008). Teoría y Técnica de la Psicoterapia Psicoanalítica. México: Plaza y Valdés.

Olivier, C. (2014). Los hijos de Yocasta: La huella de la madre. México: FCE.