Manejo de la impulsividad en niños de entre 6 y 8 años en el Municipio de Luis Moya, Zacatecas, mediante la aplicación de Psicoterapia Grupal Humanista. Año 4.
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RESUMEN
En el presente artículo se describe el diseño e impacto de una intervención grupal con técnicas de Psicoterapia Humanista que impactó favorablemente en el manejo de la impulsividad en niños de entre 6 y 8 años que cursan la educación primaria en el municipio de Luis Moya, Zacatecas, lo que se reflejó en sus manifestaciones conductuales, tanto en el hogar como en la escuela, y redundó en el aprovechamiento escolar.
PALABRAS CLAVE: Impulsividad, intervención grupal, trabajo, cuentos, respiración, disfuncional, personológica, infancia.
INTRODUCCIÓN
El presente estudio parte de la necesidad del manejo adecuado de la impulsividad personológica entre los niños de 6 a 8 años de edad en el municipio Luis Moya, Zacatecas. De acuerdo con los datos estadísticos del INEGI, la población del municipio asciende a 12 234 habitantes, 42% son menores de 15 años (5 138), 27.1% se encuentra entre 15 a 27 años y 10.1% es mayor de 60 años (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2010).
El enfoque del estudio fue cuantitativo y se utilizó el método no experimental de manera transversal; la muestra fue aleatoria y la intervención psicológica grupal se realizó con el objetivo de analizar su impacto en la tendencia a este tipo de comportamiento.
Mediante la aplicación de psicoterapia grupal se favorece el manejo de las emociones mediante el uso de técnicas de relajación, respiración y Psicoterapia Gestalt Infantil. En este estudio se aplicó una intervención psicológica bajo el paradigma humanista cuyo propósito fue el desarrollo de recursos que permiten el manejo de la impulsividad.
Partiendo de la conceptualización de impulsividad personológica, el estudio realizado delimitó su universo a niños de entre seis y ocho años que presentaban características de este tipo de impulsividad. La impulsividad es un síntoma de diversos trastornos: trastorno oposicionista-desafiante, trastorno disocial y trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA O TDAH).
El trastorno oposicionista-desafiante se expresa por terquedad persistente, resistencia a las órdenes y renuencia a comprometerse, ceder o negociar con adultos o compañeros. Las provocaciones también pueden incluir la comprobación deliberada o persistente de los límites establecidos, usualmente ignorando órdenes, discutiendo o no aceptando el ser acusado por los propios actos. La hostilidad puede dirigirse a los adultos o a los compañeros y se manifiesta molestando deliberadamente a los otros o agrediéndolos verbalmente (Félix, 2003).
El trastorno disocial se caracteriza por la violación sistemática de los derechos básicos de los demás o de las normas sociales acordes a la edad del niño. Tiene alta incidencia en la población: 2-9% en mujeres y 6-16% en hombres (Félix, 2003). Farrington (2005) afirma que la impulsividad, el robo, la resistencia a la autoridad y el maltrato entre iguales son los principales indicadores de dicha conducta. Estos comportamientos en la infancia y adolescencia son predictivos de la conducta antisocial en la etapa adulta (Caspi, 2000; Loeber, Green y Lahey, 2003).
El TDAH es uno de los trastornos más diagnosticados por psicólogos, pediatras y neuropediatras, incide en 3-6% de la población (Félix, 2003). Las características nucleares del trastorno son la inatención, el exceso de actividad y la impulsividad. Es un trastorno crónico con tres subtipos: el predominantemente inatento/desorganizado (TDAH-I), el hiperactivo-impulsivo (TDAH-HI) donde lo más relevante es la impulsividad y las dificultades en el control inhibitorio, y el combinado (TDAH-C) donde aparecen las dificultades de inatención, exceso de actividad e impulsividad (Félix, 2003).
Al analizar estos trastornos, la impulsividad es una característica común. Servera Barcelo y Pascual (2002) consideran a la impulsividad como manifiesta y personológica. La impulsividad personológica (Dickman, 1993) no reviste un contenido patológico, es una tendencia a actuar con una menor previsión de la consecuencia de nuestros actos y se divide en funcional y disfuncional.
La impulsividad funcional ofrece beneficios al individuo que habitualmente toma decisiones rápidas e irreflexivas; en cambio, se manifiesta disfuncionalidad cuando esta conducta genera resultados conflictivos y no deseados. Sólo la impulsividad manifiesta tiene prevalencia de 11% a 31% en la población. La variación se debe a la falta de diagnóstico o al subdiagnóstico.
La impulsividad a temprana edad es un factor importante en el abuso de sustancias, conductas antisociales y criminales; a medida que pasa el tiempo es más complejo reestructurar comportamientos, formas de percibir el mundo y de responder a los estímulos externos que se encuentran introyectados en las personas. Razón para identificar, mediar la impulsividad, reducir el impacto y los riesgos para quien la padece y sus víctimas (Morales Vives, 2007).
DESARROLLO
Esta investigación utilizó a niños de 6 a 8 años con características de impulsividad personológica. La muestra fue aleatoria, la intervención psicológica se realizó para analizar el impacto del comportamiento impulsivo de los niños usando la psicoterapia grupal, que favorece el manejo de las emociones mediante el uso de técnicas de relajación, respiración y Psicoterapia Gestalt infantil.
El enfoque del estudio fue cuantitativo, se utilizó el método no experimental de manera transversal, encontrando la relación entre la disminución de las características impulsivas en los niños y la intervención psicoterapéutica humanista, obteniendo así un alcance correlacional entre ambas variables. La investigación se organizó en tres fases o etapas: 1) selección de la muestra, 2) diseño y aplicación del plan de intervención, 3) interpretación de los resultados.
Selección de la muestra estudiada.
Previo a la selección de la muestra se efectuó trabajo de campo que consistió en preguntar a la dirección de las escuelas sobre casos de niños impulsivos, obteniendo 200 casos en educación primaria, según los maestros, 65 de sus alumnos presentan conductas impulsivas; relacionadas con falta de tolerancia para esperar su turno, tomar objetos que no son de ellos, gritar, pelear con sus compañeros, no atender las indicaciones del maestro, entre otras.
Se eligieron las dos escuelas con mayor número de alumnos y se procedió a solicitar la autorización para aplicar un programa de intervención que disminuyera las características de impulsividad, se utilizó un documento oficial que fue aceptado y firmado por los directores de ambas instituciones educativas.
Posteriormente se aplicó el Cuestionario de conducta de Conners para profesores. La primera versión de esta escala (1989) proponía evaluar el cambio de comportamiento en niños con TDAH al iniciar un tratamiento farmacológico. Actualmente su uso en la fase de evaluación proporciona información útil de padres y profesores de niños, facilitando el diseño de la intervención (Conners, 1994; Resnick y McEvoy, 1994).
Existen dos versiones de dicha escala: extendida y abreviada. “La primera abarca: problemas de conducta, problemas de aprendizaje, ansiedad, hiperactividad/impulsividad, inatención, manifestaciones psicosomáticas y miedos” (Conner, 2006). Está constituida por 39 ítems, para esta investigación se seleccionaron 14 características que reflejan la conducta impulsiva. Se encontró que 54 niños presentaron rasgos de impulsividad personológica disfuncional, determinando así el tamaño de la muestra. Se solicitó la autorización de los padres antes del inicio de la intervención.
Cabe mencionar que la escala Conners se basa en ítems que demandan la observación fenomenológica, con lo que se adecúa al paradigma humanista.
Diseño y aplicación del plan de intervención.
El diseño y la coordinación de la intervención fueron realizadas por Montañez Salas. La intervención se conformó por diez sesiones de una hora cada una, nueve dirigidas a los niños, la última a padres e hijos. La intervención se realizó en cada escuela con uso de mesas, sillas, hojas bond, fotocopias, colores, papel de colores, pegamento, diamantina, etc. Fue apoyada por una psicóloga educativa. Cada sesión tuvo un objetivo particular:
Que los participantes adquirieran recursos para identificar límites, ser tolerantes a la frustración y reflexionar sobre los beneficios que esto genera. Si un niño tiene límites obtiene seguridad, al sentirse seguros su tolerancia a la frustración se incrementa disminuyendo su impulsividad (Mackenzie, 2006).
Ser capaces de discernir las ventajas de realizar actividades con reglas claras de aquellas en las que no se siguen instrucciones (límites de acción).
Registrar los conflictos provocados por la movilidad en el aula, la dificultad que esto ocasiona en su proceso de aprendizaje y la práctica de técnicas de respiración y relajación para disminuir su impulsividad. La respiración fortalece la unificación cuerpo-mente, favoreciendo la atención (Navarro, 2006).
Conocer sus fortalezas y debilidades para desarrollar su autoestima.
Identificar y ser capaces de manejar sus emociones: frustración, enojo y tristeza, disminuyendo su impulsividad. “Las personas que manejan un buen autocontrol pueden regular sus emociones para resistir los impulsos” (Duhigg, 2006).
Ser conscientes de su cuerpo y aprender técnicas de respiración para relajarse y descargarse emocionalmente por medio de actividades corporales y lúdicas. La descarga permite el manejo emocional integrando cuerpo y mente, con lo que la impulsividad se atenúa (Ocampo, 2007).
Sensibilizar a los padres de familia y optimizar la comunicación que mantienen con sus hijos. Para lograr estos objetivos se trabajó con: técnicas lúdicas, artísticas, de relajación, corporales, trabajo con cuentos y teatro guiñol.
El juego, en su aspecto formal, es una acción libre ejecutada y sentida como situada fuera de la vida corriente, pero que, a pesar de todo, puede absorber por completo al jugador, sin que haya en ella ningún interés material ni se obtenga en ella provecho alguno, que se ejecuta dentro de un determinado tiempo y un determinado espacio, que se desarrolla en un orden sometido a reglas y que da origen a asociaciones que propenden a rodearse de misterio o disfrazarse para destacarse del mundo habitual (Garaigordobil, 1992).
Es así como las técnicas lúdicas aplicadas favorecieron que los niños siguieran reglas y límites, de una manera espontánea, por medio del uso del disfraz y el teatro guiñol.
Al hablar de técnicas artísticas, se está refiriendo al arte terapia la que consiste en utilizar la capacidad de creación de imágenes, símbolos y metáforas para recuperar, desarrollar e integrar el potencial físico, mental, emocional y espiritual, que la Psicología Humanista denomina al ser humano integrado. Se fundamenta en la unión de los conocimientos y la práctica de arte y la psicología, desde los cuales las personas tienen la capacidad de proyectar en formas artísticas, sus imágenes internas (Gutiérrez, 2006).
Tomando en cuenta estas consideraciones se aplicaron técnicas de dibujo, metáforas (trabajo con cuentos), creación de máscaras, dibujo de mandalas; lo que permitió la expresión emocional contenida en los niños o expresada de una manera impulsiva, dotándolos de recursos alternos que favorecen su expresión en un ambiente contenido.
La relajación fue otra técnica utilizada en la intervención, ya que reduce la activación física que favorece la atención. La reducción de la actividad física debe ser física, cognitiva y de conducta manifiesta. La relajación inicia con la toma de consciencia y la regulación de la respiración (Fernández-Abascal, 1997).
Las personas impulsivas, especialmente los niños, están en estado de alerta por activación. Durante la intervención grupal aplicada se utilizó el trabajo con cuentos para enseñar a los pequeños técnicas de respiración. En la sesión padres e hijos se manejó la relajación inducida por medio de una fantasía guiada, así todos aprendieron a disminuir su activación, propiciando la comunicación asertiva, carente de impulsividad.
En las terapias psicocorporales el cuerpo y la mente son vías de acceso a lo reprimido, escondido, estancado; a partir de la expresión afectiva se recupera la unidad psicosomática y el equilibrio. Los afectos se expresan a través de las emociones, del lenguaje corporal expresivo y se integran en lo cortical, por los procesos cognitivos (Guasch, 1987).
El manejo emocional da salida y recursos para afrontar situaciones en que se debe esperar una gratificación, sin impulsividad (Bisquera Alzina, 2003): Por ello los ejercicios psicocorporales favorecen la descarga emocional e inhiben la impulsividad. Durante la intervención se aplicaron las técnicas: arco invertido, rotación de hombros, poniendo límites, fuera y descargando hacia abajo.
Interpretación y análisis
Esta etapa consistió en la interpretación y el análisis del pretest, comparándolo con los resultados del postest. En la tabla 1 se presentan los 14 ítems de la escala Conners seleccionados previo a la intervención. La tabla 2 muestra la misma escala posterior a la intervención; los maestros respondieron ambos cuestionarios.
Tabla 1. Pre test. Escala de Conners, refleja la tendencia impulsiva.
Nota. La muestra fue de 65 alumnos, los datos numéricos representan la frecuencia.
a. La columna del rango nada comprendió a ningún alumno.
b. 70.9% de la muestra ocasionalmente es impulsiva.
c. 26.45% mostró rango “bastante” en su impulsividad.
d. 1.65% presentó el rango “poco” de impulsividad.
e. Las características de impulsividad con mayor frecuencia en el rango “mucho” fueron las siguientes: 12, 13, 14,11, 9, 10 y 7.
El diseño de la intervención se basó en los resultados de la tabla 1, de ahí el hecho de trabajar con límites, tolerancia a la frustración, seguir reglas y expresión de emociones, el último aspecto favorece la tolerancia. Los rasgos de impulsividad previos a la intervención son muy altos (ver figura 1) en 96.35% de los niños, con características de impulsividad en el nivel mucho y demasiado.
Figura 1. Porcentajes por rango antes de la intervención.
En la tabla 2 se presentan los resultados después de la intervención. Al comparar ambas tablas (1 y 2) se confirma la relación entre la intervención psicoterapéutica y la disminución de los rasgos de impulsividad.
Tabla 2. Escala de Conners que refleja la tendencia a la impulsividad.
Nota. La muestra fue de 65 alumnos, todos los datos numéricos representan la frecuencia.
a. “Niega sus errores o culpa a los demás” disminuyó a 16.25%.
b. “No se lleva bien con la mayoría de sus compañeros” bajó a 16%.
c. “Acepta mal las indicaciones del profesor” bajó a 26.84%.
d. “Tiene dificultad para actividades cooperativas” mostró 46.36%.
e. Los ítems: “Exige demasiada atención a sus demandas”, “Es mal aceptado en el grupo”, “Discute y pelea por cualquier cosa”, no se modificaron.
f. “Molesta frecuentemente a otros” bajó a 46.51%.
g. “Es impulsivo e irritable” bajó a 35%.
h. “Tiene explosiones impredecibles de mal genio” bajó a 46.6%.
i. “Intranquilo, siempre en movimiento” mostró 57.14%.
j. “Cambia bruscamente sus estados de ánimo” bajó a 60%.
Después de la intervención la impulsividad se redujo (ver tabla 2). Promediando las catorce características que se tomaron en cuenta, la tendencia a la impulsividad en el rango mucho disminuyó 25.05% (ver figuras 1 y 2).
Figura 2. Porcentajes por rango después de la intervención.
Al comparar las figuras 1 y 2 se observa: El rango “mucho” disminuyó 26.84 %, se incrementó el rango “bastante” a 23.23%, el rango poco quedó en 4.6%, el rango nada en 0.33%. Se observa que la impulsividad disminuyó.
“Niega sus errores o culpa a los demás” fue el ítem más modificado, antes de la intervención con 65% y 100% posterior al proceso (ver figura 3).
Figura 3. Frecuencia del ítem “Niega sus errores o culpa a los demás” antes de la intervención.
El cambio más significativo de la impulsividad corresponde a la frecuencia 18 del rango bastante y 7 del rango poco, disminuyendo 25 puntos. El rango mucho bajó 38% después de la intervención (ver figuras 3 y 4).
Figura 4. Frecuencia del ítem “Niega sus errores o culpa a los demás” después de la intervención.
Otro rasgo interesante de comparar es “No se lleva bien con la mayoría de sus compañeros” pues cuantifica las habilidades sociales que permiten la adaptación al contexto tanto en niños como en adultos. En el pretest 9 niños presentaban esta característica en el rango “bastante”, 56 en el rango “mucho”. En el postest bajó 21 puntos, mientras que el rango “bastante” subió 18 puntos y se generó una frecuencia de 8 para el rango “poco”.
CONCLUSIONES
La Psicoterapia Gestalt es una corriente de la tercera fuerza de la Psicología. Una de sus premisas es el darse cuenta, por lo tanto, la manera de trabajar con la impulsividad es “dándose cuenta de su función en la vida para avanzar y entonces practicar formas alternativas de expresar lo que quería expresarse” (Flores, 2015).
Mediante la intervención se modificaron significativamente los rasgos de impulsividad que tienden a la autodestrucción, incrementándose el impulso creativo; lo que lleva a considerar al trabajo grupal como una herramienta que favorece el cambio de conducta.
Al usar el manejo emocional desde la perspectiva gestáltica y psicocorporal disminuyeron los cambios bruscos anímicos, se incrementó la habilidad de relacionarse con los demás, de seguir reglas (mediante los trabajos lúdicos). Así, se afirma la relación entre la Psicoterapia Humanista y la disminución de los rasgos de impulsividad. Esta es la principal aportación del estudio.
La intervención fue de 10 sesiones de una hora cada una. Surgen varias posibilidades para alcanzar un mayor impacto. La primera es trabajar durante más tiempo con más actividades. La segunda es modificar el diseño de la intervención para incorporar niños no impulsivos y mejorar las relaciones entre compañeros. La tercera es trabajar con grupos más pequeños. La cuarta es combinar la intervención grupal con la psicoterapia individual. Por lo tanto existe la motivación necesaria para continuar explorando en este tipo de estudios.
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