Gandhi el alma de un hombre grande
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Cuando se piensa en el nombre de Mahatma Gandhi se piensa en un líder espiritual y político de la India. Nació en 1869 en Porbandar India y fue asesinado en Nueva Delhi 78 años después por Nathura Godse. Su verdadero nombre era Mohandas Karamchand Gandhi. Recibió el nombre de Mahatma (del sánscrito “alma grande”) de parte del premio Nobel de Literatura, reformador cultural, poeta y filósofo bengalí Rabindranath Tagore.
Reconocido como pacifista y activista contra la violencia que murió a causa de un violento incidente el 30 de enero de 1948, “fue asesinado por un fanático hindú que se oponía a su programa de tolerancia hacia todos los credos y religiones”. Fue un promotor de métodos como la desobediencia civil y la huelga de hambre para alcanzar objetivos políticos y sociales. Y uno de sus más grandes ideales consistía en creer que la forma en que la gente se comporta vale más que los resultados que ese comportamiento consigue.
Dadas todas las situaciones conflictivas en la región de la India, Pakistán y Cachemira, desde 1947 los conflictos étnicos y religiosos se recrudecían en India. De ahí que nacionalismos y odios religiosos amenazaron incluso la paz obtenida por Gandhi en Calcuta (a costa de una huelga de hambre autoimpuesta que casi le cuesta la vida). De ahí que no fue una sorpresa la bomba que el 13 de enero de 1948 (17 días antes de su muerte) amenazó con arrebatarle la vida en su casa. Esta bomba fue lanzada por el mismo grupo extremista que dos semanas más tarde consiguió quitarle la vida.
Un fragmento del libro Esta noche la libertad de Dominique Lapierre y Larry Collins narra:
“Manu vio de pronto a «un hombre corpulento, vestido con uniforme caqui» dar un paso hacia delante. […] Manu creyó que este hombre quería tocar los pies de Gandhi. Alargó el brazo para apartarlo amablemente. —Hermano —protestó—, Bapu ya va retrasado veinte minutos. Nathuram Godsé la rechazó con gesto brusco y empuñó su «Beretta». Con el dedo crispado sobre el gatillo, disparó a bocajarro tres balazos sobre el pecho desnudo que se ofrecía ante él. Manu se disponía a recoger las gafas y el cuaderno que se le habían caído, cuando oyó el primer disparo. Se incorporó de un salto. Con las manos juntas en señal de saludo, su bienamado Bapu parecía todavía en movimiento, como si quisiera dar un último paso hacia la multitud. Vio cómo unas manchas enrojecían su inmaculado khadi. «He Ram!» «¡Oh, Dios mío!», suspiró Gandhi. Luego, se desplomó lentamente sobre la hierba, con las palmas de las manos apretadas todavía una contra otra en este último gesto llegado de su corazón, un gesto de ofrenda y de saludo hacia su asesino. En el hueco de un pliegue de su dhoti, que se iba inundando de sangre, Manu vio el viejo «Ingersoll» cuyo robo tanto le había apenado diez meses antes. Señalaba exactamente las cinco horas y diecisiete minutos”.
El comunicado oficial al pueblo de la India, sobre el asesinato de Gandhi, decía. «El Mahatma Gandhi ha sido asesinado en Nueva Delhi esta tarde, a las 5’17. Su asesino es un hindú.»
“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa” (Gandhi)
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