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Compartir y dar like

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Hoy las redes sociales son parte de nuestras vidas y se han convertido en el noticiero, teléfono, álbum familiar e incluso el diario personal de millones de personas que cotidianamente registran los acontecimientos de sus vidas mediante estas herramientas de comunicación colectiva.

En ocasiones, podemos enterarnos de una noticia casi en el momento en el que ocurre gracias a la velocidad de difusión con la que cuenta Twitter, Facebook, Instagram, entre otras redes sociales. Pero ¿cuál es la finalidad de compartir nuestra información mediante estos recursos? ¿En realidad hay críticas políticas, juicios a delitos violentos, evidencia de niños muriendo de hambre suficientes que nos ayuden a lograr un cambio en el mundo?

Pensemos en el siguiente ejemplo: la imagen de una niña sucia a causa de su situación de vida que lleva algún producto para vender, el comentario a pie de foto indica “dale like si me comprarías” y miles de personas lo han hecho (han dado like). Ahora preguntémonos ¿alguien sabe si realmente la niña ya vendió lo suficiente para dejar de trabajar y poder estudiar, para salir de su lamentable situación económica? Es posible que la niña ni siquiera sepa que su foto es difundida por las redes sociales. Entonces, ¿qué se logró con este ciberactivismo?, ¿cambiamos la vida de alguien o simplemente nos jactamos de ser buenas personas por compartir y “darle like” a una imagen?

Aquí es donde radica y debe radicar nuestra reflexión acerca de la sobreexposición a la que nos sometemos con ayuda de las redes sociales. Sin duda, la sobreexposición a un tema nos hace verlo como algo cotidiano, incluso cuestiones poco humanas o dignas. Y, quizá, en el futuro, ya nada nos sorprenderá. Muy pocas cosas nos tocarán el alma como para impulsarnos a hacer algo más que compartir una imagen y darle like.

Necesitamos regresar al activismo social de antes, en lugar de compartir una imagen porque no apoyar una causa, ser voluntario en un centro de ayuda, brindar un poco de lo que tenemos. ¿Cuántas personas no se preocupan por tener saturada su tarjeta de crédito y no poder comprar el vestido para ese evento especial, el nuevo videojuego, la tableta más avanzada de esta semana?, ¿realmente necesitan esas cosas materiales para ser felices?, ¿qué estamos predicando con nuestros comportamientos?

Comprendo que las personas tienen derecho a disfrutar de los frutos de su trabajo o el de sus padres, pero, podríamos desprendernos de un poco de ese exceso económico y brindar algo de apoyo a quienes no tienen ni lo básico para sobrevivir. Las posibilidades no son sólo monetarias, podemos brindar tiempo, amor, un simple hombro donde alguien pueda aligerar su pesada carga.

Si realmente deseamos cambiar el mundo, primero debemos regresar a lo básico, salir de las redes sociales y comenzar nuevamente a ver lo bello que es vivir. No se requiere ser el activista humanitario número uno en el mundo, pero con el simple hecho de ser un buen estudiante, un buen amigo, vecino, compañero, empleado, patrón, ser humano, sin duda estarás cambiando la vida de otras personas que a su vez afectarán de forma positiva a muchas más. Nadie sabe lo que el acto humano más noble puede llegar a cambiar.

Por Guadalupe Carrera.
Estudiante de Administración de Empresas.

Referencia de la imagen:
http://cdospuntocero.files.wordpress.com/2013/08/blog04.jpg