Autorretrato
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Existen dos tipos de autorretratos, el físico y el moral. Consisten en hacer nuestra descripción física personal.
Todos sabemos cómo somos, sabemos cómo lucimos, procuramos destacar los aspectos buenos de nuestra personalidad y explotarlos. Así como sabemos qué ropa, qué cara, qué gestos y qué actitud usar cuando necesitamos y/o queremos obtener y/o convencer a alguien de algo, así podemos hacer nuestro autorretrato, minimizando los aspectos negativos, tomando y destacando nuestros aspectos buenos, algo así como “estoy poquito chimuela pero tengo ojos preciosos”.
Hacer nuestra descripción moral se convierte en un tema un poco más complicado pero no tanto porque –como buenos seres humanos- al igual que con el aspecto físico, resaltamos nuestras virtudes y minimizamos nuestro defectos, por ejemplo: si tenemos un carácter de “los mil diablos”, podemos describirnos como “me enojo con facilidad” y así no estaríamos mintiendo tanto, ¿verdad? -todo dependería de la apreciación de quien sufre las consecuencias del enojo- o nos describimos como “buenos como el pan” pero no decimos que en lugar de migajón tenemos relleno de malas intenciones y sentimientos encontrados.
Es siempre lo mismo y todo mundo se sabe la fórmula como si fuera la receta para hacer el agua de limón, por eso, se me ocurre cambiar las reglas del juego.
¿Qué tal si hacemos un autorretrato de nuestros sentimientos?, ¿de nuestras emociones?, ¿de qué tan honestos somos con los que nos rodean? ¿De si estamos dispuestos a dar tanto como exigimos? ¿De cuánto criticamos y seguramente, somos más criticables? ¿Y de todos los otros aspectos y circunstancias que componen nuestra vida?
¿Te gustan las complicaciones?, recuerda que se trata de ser realmente una persona honesta y objetiva, porque no vale la pena tanto trabajo: buscar una redacción adecuada, la puntuación, las preposiciones correctas, el tiempo de los verbos, la buena ortografía, etc., para escribir un “retrato interno maquillado”.
Pero hablando –más bien, escribiendo- con la verdad, comprendo que este tipo de tarea es sumamente complicado, eso de retratar tus actitudes, tus emociones, tus sentimientos y tus pensamientos, todos juntos y al mismo tiempo, ¡¡ah, qué locura!!
Una persona más o menos normal tiene la misma cantidad aproximada de defectos y virtudes que los otros humanos con los que convive y como sea se puede autorretratar como “un poco moreno de los sentimientos”, “un poco torcido de los pensamientos” o “un poco bizco de las actitudes” pero, se me ocurre pensar en algunas personas conocidas por todos, por ejemplo:
¿Cómo sería el autorretrato interno de Mandela? o ¿el de Gandhi?, ¿el de Hitler?, ¿el de los narcos? o ¿el de los sicarios? o ¿el de los políticos? y ¿el de los soldados?
Si tú fueras cada uno de ellos ¿Cómo sería tu “autorretrato interno”?.
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Por Rebeca Sánchez Martínez.
Estudiante de Licenciatura en Administración de la Universidad Etac, Coacalco.
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