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Obesidad, desnutrición y anemia. Año 2. Número 5

10 min de lectura

Autora: Belén Otero Lamas.

 

Resumen

El presente texto aborda algunos de los problemas de salud más comunes en el siglo XXI, la obesidad, la desnutrición y la anemia. Dado que la vida actual mantiene condiciones de desequilibrio entre la actividad física, la alimentación y el descanso, los ciudadanos actuales padecen cada vez en mayor grado de enfermedades como las arriba indicadas.

Palabras clave: Obesidad, desnutrición, nutrición, deficiencias, anemia.

 

Introducción

En este momento, México enfrenta graves problemas de salud que requieren estudio, dedicación y comprensión; equipos interdisciplinarios y tratamiento profundo.

Desde la década de 1980, los expertos en la materia alertaban en México sobre el problema del sobrepeso y la obesidad en la población. Sin embargo, en el siglo XXI, con más información y tecnología, México es el país con más obesos en el mundo, niños y adultos, los primeros ya presentan enfermedades que se consideraban de adultos como: hipertensión, diabetes y enfermedades cardiovasculares.

Por otra parte, en un amplio sector de México, sigue existiendo la desnutrición, que generalmente se acompaña de pobreza y sus consecuencias, como la anemia.

Los médicos y nutriólogos se enfrentan diariamente con el diagnóstico y el tratamiento de estas enfermedades, las cuales son muy graves, y aunque existe cada vez más información para la preparación de menús y para educar e informar sobre estos problemas, su crecimiento es exponencial.

Comprender estas enfermedades y ofrecer opciones a la población para su vida diaria es algo fundamental. El estilo de vida actual demanda que cada día con mayor frecuencia se coma fuera de casa; y es por esto que la preparación de los alimentos debe ser completa para cubrir una necesidad que se requiere con urgencia.

Preparar menús adecuados para tratar problemas como la obesidad, desnutrición, anemia y otras enfermedades, es un reto que requiere de preparación y estudio por parte de los estudiantes para contribuir con la salud de la población en cada platillo y recomendación médica.

 

Desarrollo

Obesidad

La obesidad y el sobrepeso se generan por el “desequilibrio entre los alimentos consumidos y la actividad física” (García et al., 2010) realizada.

La obesidad es “el exceso de masa grasa acumulada en el organismo por el efecto del desequilibrio energético positivo; aparece cuando la ingestión de alimentos es superior a las necesidades del organismo” (García et al., 2010).

Para lograr diagnosticar y dar tratamiento a la obesidad, primero se debe entender qué ha pasado en México para que sea el país más obeso del mundo. La cultura, el ritmo y el estilo de vida, los compromisos sociales, la accesibilidad a ciertos alimentos, la economía de las familias, entre otros, son factores que han generado que este problema crezca de manera alarmante. Por otra parte, está el consumismo que se presenta en los medios de comunicación, los hábitos inadecuados como el sedentarismo y el consumo excesivo de alimentos y refrescos. Si se considera el porcentaje de sobrepeso y obesidad que existe en México (85% aproximadamente) se puede deducir que la población que presenta un peso adecuado es mínima. Es común escuchar a las personas decir que “tienen unos kilitos de más”; sin embargo, cuando se evalúan, resultan con obesidad y con posibilidad de padecer diabetes tipo II, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, entre otras.

Otro factor muy importante es el psicológico; quien tiene obesidad pueden desarrollar depresión, que se puede alargar y generar un problema emocional grave.

Existe una clasificación de la obesidad para ayudar en su diagnóstico, las cuales se sustentan en la Norma Oficial Mexicana para el manejo integral de la obesidad (NOM-174-SSA1-1998.). Lo primero que se debe hacer es identificar el grado de obesidad, la diferencia entre sobrepeso o preobesidad y obesidad. El cálculo del Índice de Masa Corporal (IMC) se realiza con la siguiente fórmula: Peso (Kg)/ talla (m2).

De este modo: “la obesidad se caracteriza por el exceso de tejido adiposo en el organismo y se determina la existencia de obesidad en adultos cuando existe un IMC mayor de 27 y en población de talla baja mayor de 25” (García et al., 2010). El sobrepeso: “es el estado premórbico de la obesidad que se caracteriza por la existencia de un IMC mayor de 25 y menor de 27 en la población adulta general y, en población adulta de talla baja mayor de 23 y menor de 25” (García et al., 2010).

Cuando se tiene el diagnóstico basado en el IMC se debe diagnosticar la topografía del tejido adiposo: en qué parte del cuerpo se acumula más tejido adiposo. Existen dos tipos:

1) Androide o de manzana: Exceso de grasa subcutánea en el abdomen o en el torso.

2) Ginecoide o de pera: Exceso de grasa subcutánea en las caderas y zona femoral.

Además de estas clasificaciones, es necesario conocer el porcentaje de grasa de la persona: cuánto de su peso son kilos de grasa. Esto es importante debido a que muchas veces en la pérdida de peso lo que realmente se elimina es agua.

El porcentaje de grasa corporal varía dependiendo de la edad y el sexo. A continuación se muestran estos valores:

Cuando se tiene el IMC y el porcentaje de grasa del paciente, se debe calcular su gasto energético total (GET) para un día. Después de calcular el GET se debe hacer una reducción de 500 kilocalorías (kcal) por día. Posteriormente se realiza el menú.

Como se mencionó con anterioridad, la parte psicosocial se debe revisar y trabajar junto con el apoyo de un especialista para lograr diagnosticar el trastorno de alimentación y proporcionar el tratamiento integral adecuado.

 

Tratamiento de la obesidad

El tratamiento del paciente obeso tiene como objetivo disminuir su peso para mejorar o recuperar su salud. Para ello es importante lograr que disminuya la ingesta calórica mediante un plan de alimentación adecuado y la activación física.

Cuando se ha diagnosticado al paciente con obesidad se debe comenzar el tratamiento interdisciplinario para lograr modificar sus hábitos y estilo de vida. Se debe evaluar si se requiere el uso de fármacos o alguna cirugía bariátrica.

Cambiar los hábitos alimentarios y el estilo de vida no es una tarea fácil, es bastante complicado. Como se comentó, el tratamiento debe ser forzosamente multidisciplinario para que los resultados sean adecuados; este equipo multidisciplinario debe considerar elementos fundamentales en la planeación del tratamiento, ya sea de dieta o de fármacos, así como sobre las metas y el tiempo para lograrlas. En la siguiente figura se muestran estos elementos que se deben considerar.

Definitivamente la obesidad es muy compleja. Un buen diagnóstico y tratamiento adecuados para cada persona asegura su éxito. Sin embargo, la parte más importante es el apoyo al paciente para mejorar su alimentación, no sólo con la dieta y procurando crear un menú atractivo, sino entendiendo que quien padece esta enfermedad requiere de gran apoyo y, principalmente, aprender a quererse.

 

La desnutrición

La desnutrición, como la obesidad, también es un problema grave y generalmente se presenta en lugares de pobreza y de pobreza extrema, provocando la muerte de millones de personas a nivel mundial, aunque los más afectados suelen ser los niños.

La desnutrición es: “un estado patológico, inespecífico, sistémico y potencialmente reversible, que se origina como resultado de la deficiente incorporación de los nutrimentos a las células del organismo, y se presenta con diversos grados de intensidad y variadas manifestaciones clínicas de acuerdo con factores ecológicos” (Casanueva et al., 2010). Las principales causas de la desnutrición son el consumo de alimentos inadecuados y la presencia de enfermedades.

La falta de recursos genera no tener acceso a los alimentos, al servicio de agua potable, a servicios médicos, etc.; de ahí que el porcentaje más alto de desnutrición se encuentra en las zonas con pobreza y pobreza extrema, y en países en desarrollo.

La desnutrición comprende desde deficiencias de energía y de proteínas que se manifiestan como pérdidas de las reservas del músculo y de grasa, hasta la deficiencia de una o varias vitaminas o minerales.

Cuando se diagnostica desnutrición por deficiencia de energía y proteínas existen varios niveles: leve, moderada y grave. “Los tipos de desnutrición graves se manifiestan mediante cuadros clínicos llamados Marasmo y Kwashiorkor” (Casanueva et al., 2010).

El diagnóstico de la desnutrición es un trabajo duro que requiere de un equipo interdisciplinario y se debe iniciar con una historia clínica del paciente con una antropometría (valoración de las medidas corporales); detección de signos y síntomas propios de la desnutrición (anemia, bajos niveles de proteína, lesiones en la piel); deficiencias nutricias asociadas (edemas, alteraciones en uñas y piel); características sociales, culturales y de comportamiento (sueño, apatía); y finalmente, la actitud de los responsables del paciente (si lo alimentan, lo llevan al médico, están pendientes de su desarrollo, etc.).

Cuando se ha diagnosticado la desnutrición se debe clasificar la enfermedad y aunque existen varias formas de hacerlo con base en diferentes parámetros, la más práctica es la clasificación de Waterlow.

 

Tipos de desnutrición

Ya que existen tres niveles de desnutrición: leve, moderada y grave, es útil agrupar los primeros (leve y moderado) en tres categorías:

1) Signos universales: dilución, disfunción y atrofia que se manifiestan clínicamente como una disminución del crecimiento y desarrollo, siempre están presentes en la desnutrición.

2) Signos circunstanciales: los signos universales manifestados exponencialmente como edema, caída de pelo, insuficiencia cardiaca, etcétera.

3) Signos agregados: los que determinan la parte terapéutica y la mortalidad del desnutrido como la diarrea, la esteatorrea, la anemia y la anorexia.

Los hallazgos que se encuentran en la exploración física del paciente orientan sobre las posibles deficiencias en la desnutrición.

 

Tratamiento de la desnutrición

El tratamiento para la desnutrición es complejo y para asegurar su éxito debe ser integral, es decir, además de trabajar con el médico y el pediatra, el paciente debe recibir información, estimulación emocional y física, así como el apoyo de la familia y el respaldo económico.

Por supuesto que el tratamiento clínico consiste en indicar la cantidad de energía requerida para el paciente, la asesoría nutricional, el apoyo en suplementos y complementos alimenticios para indicar una dieta más densa en calorías. Normalmente cuando la desnutrición es grave (marasmo o kwashiorkor) se debe suministrar alimentación vía parenteral (por sonda).

Los menús para pacientes con esta enfermedad deben tener el contenido calórico apropiado, cuidando el aporte de proteínas y grasas; debe ser un menú apetitoso ya que esto es fundamental, pues quien padece desnutrición generalmente no tiene “antojos”, así que preparar un menú apetecible y que incluya las características que desee el paciente es absolutamente necesario.

 

Anemia

En todos los niveles económicos y estratos sociales se puede presentar la anemia, la cual no es una enfermedad, es un signo indicador de que existe una enfermedad que requiere tratamiento, pero también es necesario identificar sus causas.

La anemia es “la deficiencia en el tamaño o el número de los hematíes, o en la cantidad de hemoglobina que contienen, con limitación consiguiente del intercambio de oxígeno y dióxido de carbono entre la sangre y las células tisulares” (Casanueva et al., 2010).

 

Tipos de anemia

La anemia se clasifica con base en el tamaño de las células en: Macrocítica (grande), Normocítica (normal) y Microcítica (pequeño). Y por el contenido de hemoglobina en: Hipocrómica (color pálido) y Normocrómica (color normal).

En general, las anemias se originan por falta de nutrientes como el hierro, la vitamina B12, el ácido fólico y se conocen como anemias nutricionales. Por otra parte, también se pueden producir por hemorragias, factores genéticos, enfermedades crónicas y por interacción de fármacos.

Debido a que la anemia es una manifestación de la deficiencia de hierro en su última etapa, el diagnóstico se presenta con signos y síntomas clínicos que reflejan una función incorrecta: cansancio, anomalías en el crecimiento, función muscular inadecuada, trastornos epiteliales, reducción en el sistema inmunológico, insuficiencia cardiaca.

Además, para el diagnóstico es fundamental conocer la fase de la enfermedad en la que se encuentra el paciente. Existen cuatro fases basadas en las reservas de hierro, vitamina B12 y ácido fólico:

1) Fase 1: Depleción moderada de las reservas de hierro, vitamina B12 o acido fólico; y no existe disfunción.

2) Fase 2: Depleción intensa de las reservas de hierro, vitamina B12 o ácido fólico; y no existe disfunción.

3) Fase 3: Deficiencia de hierro, vitamina B12 o ácido fólico; y disfunción.

4) Fase 4: Deficiencia de hierro, vitamina B12 o acido fólico; disfunción y anemia.

“A la anemia por deficiencia de vitamina B12 se le conoce como perniciosa y es macrocítica megaloblástica” (Casanueva et al., 2010).

 

Tratamiento de la anemia

Las consecuencias de la anemia son cuantiosas, lo importante es evitar que se presente: prevenirla. Cuando ya existe la anemia en el paciente es importante que el médico y el nutriólogo desarrollen el plan según la fase y el tipo de anemia. Generalmente, el tratamiento médico indica tomar hierro; el hierro se debe consumir sólo con agua (evitar consumir con café, jugos, tés o infusiones, cerveza o vino tinto); el consumo de hierro debe ser junto con vitamina C para asegurar su correcta absorción.

Por su parte, el nutriólogo debe hacer un plan de alimentación para asegurar el consumo de hierro. Algunas indicaciones son:

  1. a) Siempre incluir un alimento que contenga vitamina C.
  2. b) El hígado es una fuente excelente de hierro, se puede usar en lugar de carne.
  3. c) Las pepitas de calabaza contienen hierro, también se pueden incluir en la dieta diaria del paciente anémico, así como los chiles secos.
  4. d) Las leguminosas son una buena fuente de hierro, además de ser económicas.
  5. e) Incluir mariscos incrementa el aporte de hierro en la dieta.
  6. f) Los cereales que se pueden encontrar en los supermercados generalmente están adicionados con hierro, así como algunas leches: se sugiere elegirlos cuando se padezca anemia.
  7. g) Si se trata de anemia por deficiencia de vitamina B12 o de ácido fólico se deben incluir en la dieta en los alimentos o como suplemento.
  8. h) La vitamina B12 se encuentra principalmente en el hígado de res, las almejas, los ostiones, el atún, la leche y el yogurt.
  9. i) El ácido fólico se encuentra en garbanzos, espinacas, hígado de pollo, frijoles y jugo de naranja, principalmente.

El seguimiento al paciente con anemia es fundamental y se deben realizar revisiones constantes de hemoglobina en sangre, así como del tamaño de hematocrito para evaluar la mejora de la enfermedad.

Se debe recordar que evitar la anemia, principalmente en niños, es muy importante ya que el tratamiento puede ser pesado y largo; además, la anemia puede ocasionar riesgos cardiovasculares que pueden derivar en la muerte.

Si se desconoce la causa que originó la anemia se recomienda una terapia combinada de hierro, ácido fólico y vitamina B12, entre medicamentos y dieta.

 

Conclusiones

Este siglo ha traído consigo serias enfermedades cada vez más comunes y más graves entre la población de todas las edades, una de ellas es la obesidad, la cual impacta en algunos países, a más de 80% de su población. Otras condiciones graves están ligadas a los malos hábitos alimenticios y de salud de la gente: la anemia, la obesidad y la desnutrición.

La importancia de identificar estos padecimientos y sus características está en entender a qué se deben y poder tomar medidas personales y familiares para modificar estos hábitos y reducir la incidencia de estas enfermedades mejorando paulatinamente la calidad de vida del enfermo.

 

Bibliografía

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