<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=186146087706618&amp;noscript=1"> Enfoque, modelo y estrategias de la solución de problemas y el papel de la música en la cognición: Dinamismos. Tercera parte. Año 3. Número 5

Enfoque, modelo y estrategias de la solución de problemas y el papel de la música en la cognición: Dinamismos. Tercera parte. Año 3. Número 5

10 min de lectura

Autor: Ahmad Ramsés Barragán Estrada.

RESUMEN

En esta tercera parte del artículo se presentará un caso del ámbito psicoterapéutico en el que se aplicarán las estrategias y los factores protectores, y habilidades preventivas que pueden usarse para resolver problemas (esto último planteado en la segunda parte del artículo). Finalmente, se concluye el posible efecto de la música, principalmente la de Mozart en ciertas situaciones que requieren ser resueltas por el ser humano, a pesar de considerar que aún falta profundizar experimentalmente en tal efecto.

PALABRAS CLAVE: música, solución de problemas, estrategias.

INTRODUCCIÓN

En esta tercera parte del artículo exponemos las ventajas tanto de la música como de la solución de problemas para el desarrollo de habilidades personales y como herramientas terapéuticas. En otras palabras: cómo hacer uso de estas variables en la vida diaria. ¿Cómo me sirven y cómo es que las utilizo?

La terapia de la solución de problemas
Para explicar este tipo de terapia, primero debemos partir de la pregunta que se hicieron Olga Rivas y Luis Fernando González (2007): “¿Cómo podremos ayudar a la gente de forma que sean capaces de transferir lo que han aprendido a nuevas situaciones?”.

Por supuesto, la respuesta no es sencilla, pues implica una innumerable lista de factores. Sin embargo, se conoce como transferencia a ese rubro que permite “pasar” un conocimiento de una persona a otra. Por mencionar un ejemplo: la anécdota de un familiar sobre su estancia en un barrio con altos índices de robo y violencia puede ayudar al que lo escucha a “adueñarse” de ese conocimiento, y en consecuencia, a tener mayor cuidado al visitar a su familiar.

En este sentido, hablaremos de tres formas de transferencia: la general, la específica y la transferencia específica del conocimiento general (Rivas y González, 2007).

Transferencia general: ésta se refiere a una idea general de que es posible mejorar la mente. Es decir, que podemos establecer “hábitos adecuados de la mente” que persistan a lo largo de los años (Thorndike, 1913).

Transferencia específica: tiene que ver con que el aprendizaje de una nueva tarea sólo se dará si el aprendizaje previo permite repetir la conducta. Esto quiere decir que sólo podremos repetir el aprendizaje antes adquirido si ya tuvimos la experiencia previa. En el caso del ejemplo propuesto, sería decir que la persona pudo tener las precauciones debidas al visitar reiteradamente a su familiar, pero no así si debía viajar a otro barrio igual de peligroso.

Transferencia específica del conocimiento: este tipo de transferencia fue propuesta por Judd (1908, citado por Mayer, 2004) al considerar incompleta la teoría de Thorndike. De acuerdo con este autor, las personas también somos capaces de promover la transferencia aunque la situación a la que nos enfrentemos no sea la misma. Podemos valernos del mismo principio, pero llevarlo más allá. Un estudiante puede calcular el volumen de un paralelogramo de una forma que escape a su conocimiento previo; así como un paciente en terapia podrá utilizar las herramientas adquiridas durante su proceso en más de un contexto o problemática.

Bajo esta perspectiva de la psicología cognitiva, la transferencia específica del conocimiento será la única que permita dirigir el éxito del desarrollo de habilidades. En este caso, de la terapia orientada a la solución de problemas.

DESARROLLO

Las personas nos vemos obligadas a enfrentarnos todos los días a problemas de todo tipo y de distintas magnitudes. Un escolar puede sentirse sumamente estresado por el claro descenso en sus notas, al igual que un padre de familia agobiado por las presiones económicas y/o laborales.

¿Cómo resolvemos esos problemas de la vida cotidiana? ¿Nos valemos de estrategias bien diseñadas o actuamos por impulso: “por lo que se nos ocurra primero”? ¿Qué resultados obtenemos? ¿Frecuentemente fallan esas estrategias? Una respuesta óptima para el afrontamiento de muchos problemas es la terapia orientada a la solución de problemas. Veamos uno de sus resultados:

De acuerdo con Vázquez (2002) se ha encontrado evidencia científica de que “los déficits en solución de problemas están relacionados con la depresión”: a mayor sentimiento de indefensión, apatía, desgana o abulia, peor será el desempeño de la persona de cara a la solución de problemas. En este sentido, un entrenamiento de la terapia de solución de problemas podría producir resultados deseables en el individuo.

Como revisamos en la segunda parte de este artículo, el Modelo de Solución de Problemas propuesto por D´Zurilla y Nezu (1982), “se dirige a manejar directamente los déficits en las habilidades para solucionar problemas”. En nuestro seguimiento de la depresión y como también lo sugieren otras investigaciones (Nezu, 1986; Sigmon, Hovoty y Trask, 1996), el desarrollo de habilidades por medio de este modelo hará que la persona tenga mucha menor probabilidad de sentirse deprimida.

Básicamente, el modelo consistiría en proporcionar a la persona deprimida herramientas para la solución de problemas; herramientas consistentes en 5 habilidades: orientación hacia el problema, definición y formulación del problema, generación de soluciones alternativas, toma de decisiones, y puesta en práctica y evaluación de la solución elegida.

Así, la orientación hacia el problema consistirá en la habilidad con que una persona se enfrenta a una situación problemática o estresante. Por ejemplo: el que un hombre se enfrente al rechazo generalizado por parte de sus hijos (Vázquez, 2002).

Posteriormente estaría la definición y formulación del problema, entendida como el grado de destreza con que una persona define un problema operativamente. Siguiendo con el ejemplo, el padre que delimita o da forma a la problemática: Sus hijos se muestran poco afectuosos e incluso indiferentes hacia él. Los siente alejados e incluso enojados.

La tercera habilidad, la de generación de soluciones alternativas, se define como la destreza que tiene el sujeto para generar respuestas a problemas a partir de los principios de cantidad, variedad y aplazamiento del juicio (hasta aquí vemos la diferencia de reconocer que existe un problema a enmarcarlo de manera concisa y precisa.

Está claro que no podremos resolver el problema si primero no lo enmarcamos de forma clara y sustancial). En nuestro ejemplo, sería el padre que genera propuestas de solución con base en la información con la que cuenta. En este caso, es posible que el padre reconozca que la falta de acercamiento por parte de sus hijos quizás se deba a que pasa demasiado tiempo en el trabajo o en otras actividades. También es probable que los hijos estén enojados por una promesa que él no cumplió, o hasta por una discusión mantenida con la esposa y en la que los hijos estuvieron presentes. Ante ello, el padre escoge alternativas de afrontamiento: volver temprano del trabajo para sorprender a los niños y llevarlos al cine, que la esposa le ayude a recordar qué pudo haber prometido y no cumplió, etcétera.

En la cuarta habilidad o destreza, conocida como toma de decisiones y definida como la habilidad que tiene un individuo para elegir aquella alternativa que resuelve mejor su problema, el padre escogerá finalmente una de sus alternativas generadas: quizás descubra que sus hijos lo rechazan porque él mismo no es atento ni cariñoso con ellos. En consecuencia, planea y organiza todo un fin de semana con ellos y con las actividades que más les gusten.

La puesta en práctica y la evaluación de la solución elegida es la destreza que se tiene al planificar, aplicar y evaluar el éxito de la misma. Aunque es importante destacar que el correcto seguimiento de las 4 destrezas anteriores, no es garantía de la efectividad de ésta. Es decir, podemos llevarla a cabo y tener mayor probabilidad de éxito, pero en la medida que evaluemos el progreso, podemos llamarla exitosa, o bien, infructuosa. Si el padre de familia vuelve de aquel fin de semana con sus dos hijos expresando claras muestras de cariño y afecto, entonces su modelo tuvo el éxito esperado. Si no, él podrá volver a cualquiera de los pasos anteriores y reevaluar las estrategias.

En la terapia de solución de problemas no hay mayor complejidad que la aquí mencionada. El paciente aprende a definir su problema, a desarrollar las habilidades propuestas por este modelo y a evaluar su progreso. El psicólogo o terapeuta sólo es un guía que encauza el trabajo de su paciente. Por decirlo de otra forma: las 5 habilidades son la receta de la persona que se enfrenta a una problemática cualquiera. Después, depende de ella seguirla de acuerdo a las recomendaciones terapéuticas.

Los resultados hallados en una amplia gama de investigaciones (de personas adultas mayores, niños, estudiantes, pacientes psiquiátricos, enfermos hospitalizados, entre otros), pone de manifiesto la efectividad de esta modalidad de terapia breve (en razón de su duración), sobretodo en el tratamiento de la depresión; y no sólo en los resultados finales, sino también en los seguimientos (Nezu y Perri, 1989). Sin embargo, hace falta mayor investigación sobre el tema en relación a la adherencia (permanencia de los efectos de la terapia), a factores inespecíficos que también pudieran contribuir a la mejora (expectativas del sujeto) (Vázquez, 2002) y a otros desencadenantes en las problemáticas de vida de las personas (ansiedad). En relación a estas medidas, este artículo es una invitación a probar los efectos de este modelo.

Aprendizaje musical significativo
La música, como sugiere Matos (2006), es un lenguaje de comunicación humana que se expresa a través de un sistema de símbolos, de reglas y de principios. Este lenguaje, estimula la creatividad y las posibilidades expresivas de la persona, pues “a través de la música se aprende a pensar, sentir y actuar de modo relacional”. Además, “como arte, la música cuenta con una epistemología propia para la indagación de conocimiento sobre el mundo” (CONAC, 1991).

Bajo esta premisa, observamos la importancia que se le otorga a la música. En este mismo sentido, la música por sí misma es ya una habilidad preventiva; una promotora de la salud física y mental en las personas.

Por otro lado, y un ejemplo claro de los beneficios que brinda la música, es la serie de estudios revisados en la primera parte de este artículo, en diferentes partes del mundo y con todo tipo de variables.

A los niños pequeños se les introduce en la música a través de juegos y canciones sencillas con rima. Además, cantar es una actividad que desarrolla la memoria, la imitación vocal, la discriminación auditiva y la formación de conceptos (García, 2004). Aunado a esto y de acuerdo con el maestro Jacques-Dalcroze, “la música está compuesta de sonoridad y de movimiento. El sonido es una forma de movimiento y los músculos del cuerpo han sido creados para el movimiento” (Llongueras, 1942).

Con estos juegos de ritmo utilizados en los ambientes adecuados, los pequeños van haciendo consciente su propio cuerpo al usarlo como instrumento. Incluso, cuando usan instrumentos de percusión, desarrollan la lateralidad, el sentido del ritmo y del orden, y la coordinación audio-manual. Mientras que las actividades dinámicas (como dar vueltas, brincar, caminar) desarrollan la toma de consciencia espacio-temporal, la coordinación y el control motor al escuchar distintos tipos de música (García, 2004). Finalmente, y bajo el planteamiento de esta misma autora, los juegos con canciones y ritmos permiten desarrollar aspectos del área motriz.

Finalmente, podríamos indicar que Vigotski estaba convencido que no era posible separar la vida emocional del sujeto del desarrollo cognitivo y lingüístico general, llegando a interpretar la conciencia como “una compleja fábrica de sentidos emocionales, motivacionales y cognitivos” (Van der Veer, 1987, citado por Igartua, Álvarez, Adrián y Páez, 1994). Bajo esta temática, constituyó lo que hoy se conoce como “Psicología del Arte”; constructo que intenta confirmar que el arte, “como instrumento simbólico, induce emociones, las retiene y provoca la complejización tanto del pensamiento como de la vida afectiva” (Vigotski, 1972).

En resumen, respecto al tema que nos ocupa: la música influye en el pensamiento. Y, la música, es también, una generadora de emociones.

CONCLUSIONES

En esencia, y a manera de conclusión, el combinar las variables música y solución de problemas, puede ser un recurso que nos permita reponernos de las adversidades, que nos permita hacerles frente contando con mejores estrategias y, finalmente, que nos permita poder resolverlas favorablemente evaluando su progreso.

Este artículo planteó, desde una perspectiva psicoterapéutica, cómo es posible usar el efecto de la música de Mozart junto con estrategias de resolución de problemas para solucionar de una mejor forma las situaciones a las que los seres humanos nos enfrentamos cotidianamente. Aún falta profundizar en el efecto de la música desde múltiples perspectivas, pero la revisión teórica planteada en la primera parte de este trabajo nos indica que el interés y la evidencia positiva son constantes y convincentes, por lo que valdrá la pena adentrarse aún más en este factor.

BIBLIOGRAFÍA

Bangerter, A. y Heath, C. (2004). The Mozart effect: Tracking the evolution of a scientific legend [versión electrónica]. The British Journal of Social Psychology, 43(4), 605-624.

Consejo Nacional de la Cultura (CONAC). (1991). Instrumentos principales. Primera etapa. Estudios básicos de música. Caracas: Ministerio de Educación.

D´Zurilla, T. J. y Nezu, A. M. (1982). Social problem solving in adults. En Kendall, P. C. (Ed.). Advances in cognitive-behavioral research and therapy (Vol. 1, pp. 201-274). Nueva York: Academic Press.

D´Zurilla, T. J. y Nezu, A. M. (1999). Problem Solving Therapy. New York: Springer Publishing Company.

García, E. (2004). Posibles beneficios del aprendizaje musical significativo en el desarrollo global del niño de entre 4 y 6 años con deficiencia visual o ceguera. Revista de Psicodidáctica, 17, 1-11.

Igartua, J., Álvarez, J., Adrián, J. y Páez, D. (1994). Música, imagen y emoción: una perspectiva vigotskiana. Psicothema, 6(3), 347-356.

Llongueras, M. (1942). El ritmo en la educación y formación general de la infancia. Barcelona: Labor.

Matos, R. (2006). La práctica de la reflexión durante el aprendizaje de un instrumento musical. Revista de Investigación, 59, 65-88.

Mayer, R. E. (2004). Teaching of Subject Matter. Annu. Rev. Psychol., 55, 715-744.
Montealegre, R. (2007). La solución de problemas cognitivos. Una reflexión cognitiva sociocultural. Avances en Psicología Latinoamericana, 25(2), 20-39.

Morris, C. y Maisto, A. (2005). Psicología. México: Pearson Educación.

Nezu, A. M. (1986). Efficacy of social problem-solving therapy approach for unipolar depression. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 54, 196-202.

Nezu, A. M. y Perri, M. G. (1989). Social problem-solving therapy for unipolar despression: An initial dismantling investigation. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 57, 408-413.

Norton, A., Winner, E., Cronin, K., Overy, K., Lee, D. J. y Schlaug, G. (2005). Are there pre-existing neural, cognitive, or motoric markers for musical ability? Brain and Cognition, 59, 124-134.

Núñez, F. (s.f.). ¿Por qué Mozart? Recuperado de http://www.tomatis.cl/efecto_mozart.htm

Rivas, O. y González, L. (2007). Comportamiento y cognición en solución de problemas: influencias y paralelismos. Acta Colombiana de Psicología, 10(2), 59-69.

Rojas, J., Soler, M., Moreno, N., Sáiz, N. y Manrique, O. (2005). Relación entre el efecto Mozart y la prueba de solución de problemas Misioneros y Caníbales. Universitas Psychologica, 4(3), 359-371.

Sánz, E. (2001). El sonado “efecto Mozart”. Recuperado de http://www.cienciadigital.net/mayo2001/mozart.html

Thorndike, E. L. (1913). Educational Psychology. Nueva York: Columbia University Press.

Vázquez, F. (2002). La técnica de solución de problemas aplicada a la depresión mayor. Psicothema, 14(3), 516-522.

Vera-Villarroel, P. y Guerrero, A. (2003). Diferencias en habilidades de resolución de problemas sociales en sujetos optimistas y pesimistas. Universitas Psychologica, 2(1), 21-26.

Vigotski, L. S. (1972). Psicología del arte. Barcelona: Barral.