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Competencias educativas universitarias. Desarrollo de un aprendizaje genuino en el área de la psicología educativa. Año 2. Número 3

11 min de lectura

Autora: Ana Lilia Cabrera Argüello.

RESUMEN

El hecho de que el Estado es el responsable directo de garantizar una educación de calidad con el fin de promover todas las facultades que integran al ser humano es uno de los temas que acaparan la atención social y política en la actualidad.

La educación, que debe referirse a una acción en la que todos tengan acceso a ella como lo indica el artículo tercero de la Constitución Mexicana, que además establece que el Estado mismo debe contemplar dentro de sus acciones el impulso y mejora de la instrucción; son planteados, como indispensables en el esquema de competencias abordado en este trabajo, además del papel del psicólogo educativo y su formación desde esta perspectiva.

PALABRAS CLAVE: Competencias, educación, aprendizaje, psicología educativa.

INTRODUCCIÓN

En el discurso se habla de que la escuela posee una función democrática porque su función implica escolarizar para todos, sin embargo, en todo momento se observa que esta democratización escolar se reduce conforme los niveles educativos avanzan, así, progresivamente, la educación se hace más selectiva y clasificatoria, de modo que solamente aquellos que obtienen resultados cuantitativos aprobatorios, es decir, los más capaces para resolver una prueba, son los que se mantienen dentro del sistema educativo. El modelo por competencias se propone transformar este aspecto.

Los espacios educativos universitarios requieren de enseñanzas y aprendizajes que fortalezcan las habilidades y las destrezas pertinentes a la profesión elegida, el desarrollo de todas estas aptitudes favorece la ejecución de actividades para las cuales los sujetos han sido formados en la universidad. Lo anterior requiere que las actividades de aprendizaje se orienten a la solución de problemas reales concretos con los que el estudiante se enfrentará al incorporarse a la vida laboral.

DESARROLLO

Resulta importante considerar en un primer momento que el enfoque por competencias ha sido una alternativa muy utilizada en la actualidad, como un modelo capaz de responder a todas aquellas exigencias que laboral y socialmente se han presentado con el paso del tiempo.

Siendo la educación una actividad que no solamente concierne a los maestros, los directivos de una escuela, y los alumnos, sino que tiene que estar respaldada y guiada también por la familia y la comunidad en general, la colaboración en la consecución de los fines de la escuela y la orientación de las actividades de los niños dentro de la casa no es lo único que agrega un factor de responsabilidad a los padres, sino que se convierte en una obligación desde el momento en que la familia se ha transformado en un grupo activo en la función escolar; es importante, entonces, formar una consciencia social de que todas las acciones en conjunto llevan a la consecución de los objetivos escolares propuestos en la formación de aprendizajes por y para la vida.

El trabajo conjunto que se expresa entre alumnos, profesores, padres de familia y comunidad en general es precisamente uno de los aspectos que considera el enfoque por competencias.

En un segundo momento, resulta interesante mencionar que la calidad de la educación responde a la función que el docente adquiere como compromiso en el momento de ejercer este rol dentro de cualquier institución escolar, si el Estado es responsable directo de proporcionar una educación de calidad, también debe promover todas aquellas acciones que contribuyan a la profesionalización del claustro docente, esto, con la intención de aumentar la eficacia de su práctica causando un impacto positivo en la formación del alumno.

No está de más mencionar que en esta profesionalización, el interés del maestro por lograr un desempeño mayor es de vital importancia pues no sólo basta con cumplir aquellas instrucciones del gobierno para que se realicen estudios dirigidos al desarrollo de las aptitudes sino que también entran en juego el gusto y el interés del docente por transformar su propia práctica. Revalorar la figura del maestro es uno de los puntos importantes de la calidad educativa que responde a lineamientos de la educación basada en competencias.

La práctica docente debe, entonces, responder a una formación del alumno como ciudadano eficaz, se requiere así que se presenten al estudiante problemas concretos para su intervención y resolución mediante la adquisición de saberes teóricos previos, así, el aprendizaje escolar debe formar alumnos competentes que conecten saberes.

Para complementar la formación integral del alumno, los saberes teóricos también deben incorporar saberes técnicos “(El currículum) no debe ocuparse exclusivamente de la herencia cultural de la humanidad, sino también de los problemas del hombre y de la sociedad. La educación general requiere una perspectiva sobre el conocimiento que es esencialmente diferente del conocimiento propio de la educación especializada” (Sacristán, 1999).

Las competencias

Una competencia es entendida como aquella capacidad que un sujeto tiene para adquirir y demostrar una serie de habilidades y destrezas aplicadas a diversas situaciones de un modo eficaz por un individuo. De este modo, parece que la enseñanza dentro del salón de clases debe estar sujeta a una serie de experiencias en las cuales el alumno tenga la oportunidad de vivir a consciencia cada uno de los momentos de aprendizaje que en los contenidos de las diversas materias se planean y organizan para tal situación educativa.

La previsión y organización de las actividades de aprendizaje requiere de un trabajo meticuloso por parte del docente, ya que implica la relación de todas y cada una de éstas de manera que se conformen en un todo coherente para que el alumno encuentre una relación entre los objetivos y los propósitos de la materia, y las finalidades de las actividades aunadas al aspecto teórico.

Las competencias, vistas en un sentido práctico, axiológico, y cognitivo, guardan una relación directa con el objetivo de la educación que pregona el hacer del ser humano un individuo capaz de enfrentarse a diversas situaciones en los diferentes ámbitos de su vida y ofrecer soluciones satisfactorias. Para ser eficaz, los componentes actitudinales, aptitudinales y procedimentales deben conjugarse simultáneamente, de modo que aquello que se ha aprendido con anterioridad encuentre una relación directa con las experiencias y momentos presentes, y se encuentre la solución adecuada y adaptada a la circunstancia del momento.

En la definición que Perrenoud (2004) hace de una competencia, expresa que “consiste en la capacidad para movilizar varios recursos cognitivos para hacer frente a un tipo de situaciones”. En esta definición, la característica fundamental de una competencia tiene que ver con movilizar aquellos recursos asimilados previamente y tomar decisiones oportunas al enfrentar una situación, la resolución de problemas de manera pertinente es algo que se desea desarrollar en los alumnos, en especial en los estudiantes universitarios, lo anterior se transforma de ese modo en un propósito concreto.

En la universidad, todas aquellas competencias básicas y específicas ya han sido consolidadas previamente durante el paso de los años escolares anteriores, siendo así el aprender a hacer las cosas que conciernen a aquellas competencias genéricas más fácil de moldear porque el alumno universitario sólo debe relacionar aquellos aprendizajes y habilidades adquiridos con las situaciones enfrentadas en un momento presente, dando oportunidad a una toma de decisiones relativas a la adaptación y ajuste de sus procesos cognitivos para solucionar la situación actual.

Las competencias para el psicólogo educativo

Pero, para dar cuenta de las competencias que se requieren de un profesionista, en este caso, de aquellas características y habilidades físicas, cognitivas y socioafectivas del profesional de la psicología educativa, se debe considerar la importancia que reviste tomar como punto de referencia el perfil del egresado. Para tal miramiento resulta necesario conocer aquellas necesidades y requerimientos del contexto social y laboral que permitirán desarrollar personalidades dentro de las aulas universitarias, atendiendo los objetivos curriculares que hayan sido señalados institucionalmente.

Considerando que la psicología educativa persigue, entre otros, el objetivo de alcanzar el perfeccionamiento humano a través de las experiencias producidas a lo largo de la vida escolar, se puede señalar que en cuanto al devenir escolar universitario todas las habilidades y aptitudes adquiridas previamente se afinan y se pulen por lo que la tarea del docente consiste en crear las condiciones necesarias para que las destrezas de los alumnos se potencien. En este mismo tenor, las actividades planeadas por el docente tienen que encaminarse a la autorreflexión de los quehaceres educativos.

El docente debe desarrollar habilidades de investigación e innovación que le permitan facilitarse el camino y descubrir aquellas situaciones que obstaculicen o favorezcan su propia práctica buscando el beneficio de los alumnos mediante la organización y ejecución de actividades encaminadas a la aplicación directa de los conocimientos ya adquiridos.

En cuanto al desarrollo curricular del área de psicología educativa, todas las habilidades con las que se forma el alumno para su práctica profesional le obligan a desempeñarse dentro de la misma como agente activo para establecer mejoras y adecuaciones a los programas de estudio, a sus planes, y al desarrollo eficaz de las prácticas educativas. Por lo general, el desempeño se realiza en función de la revisión de los nombres de asignaturas y el establecimiento del orden de los temas o unidades, aunque la función del psicólogo educativo no es ésta exclusivamente; también lo es ejercer una función de desarrollo y de evaluación curricular desde esta postura que tiene que ver con el análisis y la revisión de los contenidos y la viabilidad con que se estructuran, además de revisar la práctica docente y las interacciones surgidas a partir de esa práctica en el aula.

El área de psicología educativa fortalece la mejora continua a través de aquellas materias que proporcionan los conocimientos teóricos necesarios para entender una educación optimizada, tomando en consideración los elementos psicológicos subyacentes en el proceso de aprendizaje, y de una enseñanza eficaz, materias como la de fundamentos psicopedagógicos, teorías de la personalidad, bases biológicas de la conducta, teorías del aprendizaje o teorías del desarrollo, ofrecen al estudiante la posibilidad de intervenir en un futuro profesional dentro del ámbito educativo en el diseño de estrategias y herramientas para eficientar los procesos de enseñanza y de aprendizaje considerando los objetivos institucionales y curriculares, las necesidades del alumnado, además de las características personales del estudiante.

Debido a la formación basada en conocimientos psicológicos, los estudiantes y profesionales de psicología educativa centran su atención en el aprendizaje y la motivación, y dado que la motivación del alumno puede ser influenciada por aspectos tanto internos como externos, el psicólogo educativo trata de descubrir aquellas motivaciones que determinan el aprendizaje, esa intervención tiene que ver con habilidades de investigación pues el psicólogo educativo incurre en acciones que llevan al conocimiento de problemas y situaciones cotidianas de la educación, y para tales acciones recurre al uso de instrumentos y técnicas de investigación como la observación, las entrevistas, los cuestionarios, además de la aplicación de los tests en sus diversas modalidades.

Finalmente, el objetivo de la psicología educativa es entender los procesos de enseñanza y de aprendizaje, y la investigación es su instrumento principal, por medio de la investigación realiza los procesos de evaluación y de mejora continua. Destacando las funciones primordiales del psicólogo educativo, éstas se centran en encontrar las soluciones oportunas a aquellos problemas conductuales, tanto académicos como actitudinales, que se presentan en los sujetos en las diferentes etapas del desarrollo dentro del contexto escolar; también están dentro de sus funciones aquellas actividades que estimulan la creatividad y el interés hacia los temas y situaciones académicas, sus actividades se proyectan tanto hacia el personal docente como hacia la población estudiantil; orienta a maestros, directivos y administrativos sobre las estrategias a utilizar ante los conflictos posibles a presentarse en el proceso de enseñanza y aprendizaje así como de conducta o disciplina. La función del psicólogo educativo tiene que ver con el diseño y aplicación de proyectos educativos centrados en el alumno que permiten alcanzar mejoras y establecer procesos de innovación en instituciones educativas.

Además de las funciones antes mencionadas, la psicología educativa persigue el propósito de participar en investigaciones educativas, sociales, laborales y profesionales con el fin de renovarse. Para el proceso evaluativo se diseñan y establecen aquellos instrumentos y procesos más adecuados a las necesidades que se presentan en el contexto educativo.

Resulta necesario que, durante la formación universitaria del psicólogo educativo, se cuente con todo un cúmulo de teorías, metodologías y técnicas, así como de experiencias enriquecedoras. La adquisición de conocimientos teóricos resulta ser una parte de la formación profesional pero no es suficiente ya que adquirir saberes teóricos no garantiza la eficacia para resolver problemas en situaciones educativas reales. Para adquirir las competencias profesionales que la sociedad exige (de desarrollo tecnológico, ético, político, ambiental, económico) los psicólogos educativos requieren fundamentar su actuación profesional e innovarla continuamente y solamente a través de la práctica y ejercicio continuo de sus funciones podrán ser desarrolladas aquellas competencias requeridas.

Felipe Tirado (2010) expresa que las competencias profesionales que son propias de un psicólogo se obtienen por lo general en un “aprender haciendo”, en situaciones actuales y reales de trabajo, en situaciones que suelen ser reales y fuera de las aulas universitarias, o en todo caso en algunas basadas en la simulación.

Las competencias requeridas para el quehacer profesional del psicólogo educativo se forman a través de la práctica, en situaciones y escenarios reales, las competencias de investigación y aplicación de los conocimientos teóricos adquiridos, así como las de diseño y aplicación de estrategias innovadoras involucran un proceso de aprender haciendo en situaciones que se suscitan en lo cotidiano, fuera de las aulas universitarias. El aprendizaje del ser comienza en este caso con un aprender a hacer.

También, la psicología educativa, tiene como propósito fundamental que el universitario, al egresar, intervenga en la promoción de procesos de mejora e innovación de las instituciones educativas, por lo tanto, el psicólogo educativo debe expresarse como un agente de cambio dentro de las instituciones escolares para las cuales labora. Para tales encomiendas, toda universidad debe contar con planes y programas curriculares que presenten materias donde los propósitos y objetivos incluyan el permitir alcanzar los fines antes expresados.

Cuando las materias contemplan actividades de aprendizaje en las cuales se retoma la elaboración de proyectos de investigación, le permiten al alumno interactuar directa y estratégicamente con el objeto de conocimiento.

Por otra parte, el docente como buen operador de toda esa maquinaria denominada currículum tiene que crear e innovar dentro del salón de clases, y a través de las tareas propias de la materia, así como permitir aprendizajes reflexivos y encaminados a que el alumno consiga cierta autonomía de los aprendizajes, la idea es propiciar mejores procesos de formación, lograr un aprendizaje autoorganizado, desplazando con el tiempo aquel tipo de instrucción en el que al alumno se le consideraba únicamente como el que recibía conocimientos, al que se le llenaba la cabeza de contenidos para que de manera mecánica los reprodujera.

Contemplando el modelo educativo por competencias, resulta importante orientar la evaluación a aquellos procesos suscitados en la realidad y en el momento presente, ante esto es necesario mencionar que no hay que esperar al egreso de los alumnos para evaluar a una institución educativa, es a través de las realidades actuales que el mismo proceso de evaluación conlleva a procesos simultáneos de adaptación y mejora del currículo.

Díaz Barriga (2000) es muy clara cuando menciona que al currículo debe considerársele como algo dinámico pues se basa en aquellas necesidades que también son cambiantes y que además tienen que ver con avances disciplinarios continuos. El mundo, las sociedades, las instituciones, los grupos, y hasta el mismo sujeto como individuo cambian, por qué no entonces se le ha de considerar así al currículo mismo, en el aprendizaje por competencias se hace una necesidad imperiosa la realización de adaptaciones y adecuaciones constantes.

CONCLUSIONES

Las competencias del docente y del alumno apuntan al desarrollo de todas las facultades como ser humano, si el modelo de orientación didáctica actualmente presupone que enseñar es proyectar el conocimiento de forma explícita, esto es, que el docente debe dar al alumno lo que sabe de una forma unidireccional, y que además los contenidos deben ser expuestos de tal forma que el aprendiz encuentre obvio el conocimiento en cuestión para que sin dificultades pueda apropiarse de él sin poner demasiado esfuerzo en el propio proceso de aprender; entonces, no hay necesidad alguna de realizar proyectos de evaluación y mejora en el plan educativo actual, el modelo por competencias sería entonces obsoleto.

Sin embargo, el modelo educativo basado en competencias de ninguna forma establece tal obviedad de los contenidos a revisar dentro de las aulas, al contrario, al desprenderse de los famosos pilares educativos establecidos por Delors: saber conocer, saber hacer, saber ser, saber convivir, se expresa la necesidad de formar al alumno de un modo integral, pero además, también, como un ser reflexivo.

El aula debe considerarse como un espacio en donde se fomente la expresión de opiniones mutuas además de ser un lugar en el cual se fomente el valor de la libertad. Fernando Savater (2010) menciona que “la discusión y la búsqueda de la verdad debe ser una de las tareas que uno debe exigirse”. La reflexión llega como parte de un proceso dialéctico.

El área psicológica en la educación considera varios elementos que interactúan como parte del proceso de enseñanza y de aprendizaje, entre ellos, claro está, la relación que existe entre los actores fundamentales en el proceso de conocer, sin embargo, también se consideran aquellas estrategias, métodos y técnicas utilizadas por el docente para facilitar el proceso de análisis, comprensión y reflexión de los contenidos. Luego entonces, es importante crear estrategias que rompan con lo tradicional y no solamente eso sino que impacten en la vida del educando, transformando a su vez el ejercicio de su profesión.

BIBLIOGRAFÍA

Díaz Barriga, F. et al. (2000). Metodología de diseño curricular para educación superior. México: Trillas.

Kemmis, S. (1998). El currículum: más allá de la teoría de la reproducción. España: Morata.

Palacios, J. (1995). La cuestión escolar. México: Paidós.

Sacristán, J. G. (1998). El Currículum: una reflexión sobre la práctica. México: Morata.

Sacristán, J. G. y Pérez Gómez, A. I. (1999). Comprender y transformar la enseñanza. Madrid: Morata.

Savater, F. (1997). El valor de educar. México: Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América.

Savater, F. (2010). Los siete pecados capitales. México: DeBolsillo.

Tirado, F. et al. (2010). Psicología Educativa para afrontar los desafíos del siglo XXI. México: McGraw-Hill.