La mujer y la facultad de elegir una vida libre de violencia desde una perspectiva de género. Reto preponderante en la posmodernidad. Año 2. Número 4
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Autora: Ana Lilia Cabrera Argüello.
RESUMEN
El presente artículo aborda un tema de la agenda y preocupación de varios gobiernos durante la última década, en respuesta a las necesidades sociales modernas, ha sido el de procurar una visión de equidad de género.
Los riesgos psicosociales, consecuencia de la discriminación y violencia hacia la mujer, han llevado a la intervención de una política pública incluyente para las mujeres, siendo este grupo humano el que sufre exclusión, violencia y vulnerabilidad por construcciones culturales y educativas en todos los contextos del mundo. Diferentes gobiernos han redoblado esfuerzos por cambiar perspectivas sociopolíticas y culturales, algunos modelos han señalado un mayor avance en redirigir las miradas hacia el papel que desempeña la mujer en la sociedad, otros más se han estancado resultando obsoletos.
PALABRAS CLAVE: Violencia, género, familia, cultura, educación, femenino, mujer, posmodernidad, democracia, libertad, equidad.
INTRODUCCIÓN
Organismos internacionales como la ONU y la OEA han destacado la importancia de crear modelos de atención y de aplicar estrategias encaminadas a erradicar la violencia de género en todas sus manifestaciones, para esto se han establecido algunos tratados, tal es el caso de la Convención Interamericana Belém Do Pará, ésta y otras convenciones llevadas a cabo en diferentes partes del mundo tienen la intención de erradicar la inequidad y el maltrato de género en los países comprometidos, las metas que han trazado han sido las de buscar la eliminación de la discriminación, la desigualdad y la violencia hacia el género femenino.
El sentido de equidad de género es un constructo social que guarda una relación estrecha con el concepto de libertad. Resulta muy difícil hablar de igualdad si no se trastoca la noción emancipadora que esta época moderna establece dentro del marco de las relaciones humanas, teniendo en cuenta que hoy es menester una vida basada en la democratización de las acciones para una mejor convivencia humana.
La violencia de género es un problema social que limita las intenciones de establecer los Derechos Humanos de manera igualitaria en las personas, además, resulta un fuerte obstáculo para el desarrollo social
DESARROLLO
La violencia y la equidad de género resultan complejas dentro de las agendas públicas de cualquier Estado, debido a las actitudes respecto del trato que se ha otorgado al género femenino por cuestiones y herencias culturales que se imponen desde cualquier óptica.
Históricamente se ha otorgado al género masculino la capacidad de empoderarse en cualquier contexto que se encuentre, y ha sido, efectivamente, este poder exacerbado el que ha originado la marginación del papel de la mujer dentro del desarrollo social y cultural.
Trujillo Saez y Fortes Ruiz (2009) indican que la violencia de género se presenta cuando alguno de los dos integrantes en una pareja abusa de su poder con el propósito de causar miedo o daño, teniendo intención de intimidar al otro. Pero, además, es ese uso ilegítimo del poder conferido a algún individuo el que permite que de manera prepotente se impongan deseos, gustos, intereses y necesidades sobre el que consiente sumisamente dichas imposiciones.
La Convención Interamericana Belém Do Pará (abril de 1996) enfatiza la importancia de orientar la violencia de género desde una perspectiva de poder, no es un hecho importante señalar el lugar o espacio en el cual se expresa la violencia sino las relaciones en las cuales se manifiesta y la naturaleza de las interacciones humanas.
Dicho de otra forma, la violencia de género se entiende, según la UNICEF (2007), como la violación sistemática y sistémica de los Derechos Humanos y como un obstáculo al desarrollo económico, social y democrático en todos los países.
Es conveniente revisar el papel que han tenido diversas figuras femeninas para darse cuenta de su injerencia en acontecimientos importantes para la transformación económica, política, religiosa y social en el mundo; por mencionar algunas y sin demeritar a otras, que por razones involuntarias circunstanciales se omiten: Juana de Arco, Eva Perón, Margaret Tatcher, la Madre Teresa de Calcuta, Sor Juana Inés de la Cruz. Esta última, pionera en la lucha de la libertad femenina e importante figura literaria que dentro de sus escritos hace un reclamo a la opresión de su género por parte de la figura masculina, hay que recordar la famosa frase que evocando uno de sus poemas dice “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis…”.
En el contexto nacional mexicano, Frida Kahlo, Rosario Castellanos y Elena Poniatowska, han sido mujeres que viviendo en contextos sumamente represores en cuanto a la exposición y empoderamiento públicos de la figura femenina, decidieron desarrollar sus habilidades y demostrarlas al mundo; de tal modo que sus aportaciones han sido inspiración de fuertes impulsoras de la equidad de género hoy, y resulta pertinente nombrar a algunas que han aportado tanto en el contexto actual como Celia Amorós y Martha Lamas.
Aunque a la mujer se le considera parte de un grupo vulnerable, es posible que sea el término el que contribuya a generar una falsa vulnerabilidad, pues no es parte de un grupo minoritario y vulnerable. Con respecto de la población, es mayoría, pues en 2010, según las estadísticas realizadas por el INEGI, la población total de hombres era de 54 855 231 mientras que la población total femenina era de 57 481 307.
Desde la perspectiva de la estructura y composición del sistema nervioso central entre hombres y mujeres, este no posee diferencia y el peso y el tamaño del cerebro en promedio es igual para ambos sexos.
Davidoff (2001) asevera que no hay grandes diferencias de género en cuanto a inteligencia. En habilidades y aptitudes sí se observan algunas variaciones entre ambos sexos, sin embargo, estas diferencias no influyen en la eficacia para la expresión de conductas sistematizadas. El desarrollo y la adaptación al medio, por lo tanto, son iguales para ambos sexos.
Algunas de las discrepancias de género que se han observado surgen de las diferentes velocidades de maduración controladas por la herencia. Por ejemplo, el género femenino posee un mejor desempeño en cuestiones de atención dispersa, lo que permite realizar varias actividades al mismo tiempo. Según Davidoff (2001), en las pruebas de lenguaje las mujeres responden mejor que los hombres, así como en tareas de oficina en las que se requiere de velocidad y precisión, y en actividades lógicas como el cálculo. Los hombres son más diestros en habilidades de espacio y de relaciones entre objetos, por lo tanto, el razonamiento matemático suele ser una actividad más efectiva en ellos.
No obstante las pequeñas diferencias en algunas habilidades observadas entre ambos géneros, las cuales no validan el hecho de que se construyan discriminaciones y desigualdades en la mujer para el acceso a la educación y a los servicios públicos, se han formado actitudes sociales que implican barreras que se han reforzado con el paso del tiempo, argumentando falsas consideraciones en el desempeño femenino, opacando y disminuyendo su propia libertad y derechos.
Uno de los planteamientos realizados dentro de los objetivos de Desarrollo del Tercer milenio expresados por la ONU, tiene que ver con el acceso a servicios médicos y a la alimentación de un modo igualitario, pasos considerados dentro de las políticas públicas de los países comprometidos en el ejercicio de una equidad de género garantizada.
Sin embargo lo anterior, la mujer conforma uno de los grandes grupos humanos en los que la pobreza y las pocas oportunidades para tener educación son palpables en todo el mundo. Respecto al aspecto laboral, la mujer percibe salarios que son menores en relación con los que obtiene un hombre; los puestos que se adjudican al género femenino son también de menor responsabilidad y calidad que los de un varón a pesar de que las habilidades y aptitudes pueden ser iguales e incluso mayores en ellas.
Dentro del marco de los Derechos Humanos, todos los individuos tienen la facultad para decidir sobre su propia vida, y según el artículo 4º de la Constitución Mexicana, se establece el principio de igualdad jurídica entre hombres y mujeres. La mujer como individuo tiene, entonces, la facultad de elegir cómo y qué vivir y, además, realizar la elección de una vida libre de violencia, opción que se adquiere por derecho propio.
En el establecimiento de una política pública enfocada en la equidad de género, la erradicación de la violencia y el empoderamiento equitativo de la mujer, es importante considerar cinco ejes (Revista Mujeres, empoderamiento y equidad de género. Política pública con igualdad de género Chiapas México. Gobierno del Estado, DIF Chiapas, 2012) que resultan un reto para la participación democrática de la mujer en el desarrollo social:
1. Considerar como un hecho innegable, en cualquier marco político, económico y social, los derechos de la mujer. En este sentido, resulta inminente reconocer que todas las mujeres tienen el derecho a que se respete su integridad física, psicológica y moral. Es de vital importancia impulsar leyes y crear las reformas necesarias, proporcionando un marco jurídico necesario en la construcción de una sociedad democrática.
Los derechos fundamentales a considerar en una sociedad más justa para las mujeres son la equidad en la impartición y aplicación de las leyes, éstas deben expresarse con un lenguaje incluyente y desde una perspectiva de género.
2. El segundo eje se conforma por la estimación de la salud y la seguridad alimentaria. El acceso a los servicios médicos indispensables debe tener como prioridad reducir la muerte femenina por negligencias o injusticia social, por inequidad de género o pobreza. La creación de infraestructura médica por parte del Estado y, que además sea de fácil y rápido acceso, es conveniente para alcanzar esta propuesta.
El derecho a la protección de la salud resulta imprescindible para la conservación de la salud física y mental sin importar la raza, condición social o económica, o el contexto geográfico. Uno de los derechos controversiales en culturas específicas es el de vivir una sexualidad responsable y gozosa, con una reproducción sana y sin riesgos, además de que la libertad de decidir cuándo y cuántos hijos tener tendría que ser una decisión personal, en conjunto con la pareja, libre de miedos, culpas y/o falsas creencias.
3. El acceso a la educación. Este eje permite que la figura de la mujer participe activamente en el desarrollo pleno de un país. La discriminación y marginación de la mujer en el contexto educativo lleva a un subdesarrollo social. El derecho a la educación a todos los niveles de escolarización debe ser en igualdad de condiciones y sin discriminación o prejuicio alguno, ya que la educación permite una vida más independiente y con mayores oportunidades para participar en la vida social, económica y política.
4. Empoderamiento económico. Las sociedades modernas exigen con mayor prontitud la incorporación de la mujer al mundo del trabajo. Las empresas e instituciones privadas y públicas deben abrir espacios y oportunidades mayores para cumplir con lo relativo a la perspectiva de género. El acceso al trabajo resulta, para la mujer, una fuente de independencia individual que fortalece la autoestima, mejora la calidad de su vida y le brinda la oportunidad de tener cosas y bienes propios. La autopercepción positiva se fortalece potenciando las habilidades y las destrezas dirigidas al desarrollo social y económico.
5. Empoderamiento político. Es importante en la democratización de la vida social, cultural y política de los países vislumbrar que la mujer debe ocupar espacios políticos de mayor envergadura, no se puede hablar de una equidad de género si desde las cúpulas presidenciales no se vive esta realidad, la participación de las mujeres para la promulgación de leyes conlleva necesariamente a una igualdad entre hombres y mujeres, por tanto, los cargos públicos tendrían que darse en 50% para el género femenino y 50% para el género masculino.
El derecho a vivir sin violencia y sin discriminaciones, el derecho a tener un trabajo o empleo, y el derecho a gozar de los beneficios del desarrollo internacional son objetivos a trazarse para el establecimiento de una sociedad que proclame gozar de una democracia plena y de una sociedad más justa.
Y, sin embargo, tal como lo establece Palacios (2007) citando a Bordieu, el Estado mismo contribuye a preservar situaciones de violencia a través de las instituciones que promueven programas en aras de reducir el impacto de las crisis sociales, pero que reproducen formas de conducta que con intereses económico-políticos resultan sólo convenientes para sí.
A través del poder que se ejerce dentro de las instituciones, la violencia se produce y se reproduce en ciclos viciosos que solamente se rompen al tomar plena conciencia de ello, pues la violencia, a través de la reproducción continua se legitima como lo expresa Althusser en Palacios (2007).
El desarrollo de la individualidad, retomando la independencia y la autonomía de una manera equitativa, no sólo como un derecho, sino como una obligación de la mujer para potenciar todas y cada una de sus facultades, así como el fortalecimiento de una estima personal desde temprana edad y permeada por una crianza democrática en la familia, son elementos indispensables en la erradicación de la violencia, de la discriminación de la mujer, en la construcción de una futura igualdad de género.
La equidad de género ha de considerarse como una lucha social perpetua donde la figura femenina cobra fuerza para reclamar lo que por derecho corresponde a su historicidad y naturaleza humana. No se trata de pedir, se trata de reclamar lo que le pertenece: la libertad como un fin y el derecho de manifestarse plenamente.
Hirschberger (1982) expresa que la voluntad, aspecto inherente en la libertad del hombre, se encuentra ratificada por el conocimiento de lo que se quiere para guiar a la voluntad. Para actuar de manera ética y moral, y conseguir los propósitos que se plantean es importante conocer la realidad; las mujeres, para reclamar los derechos humanos que les corresponden, deben poseer conocimiento de ellos. Conocer, saber, permite dar un juicio de valor a lo que se supedita a la equidad de género, por último se consigue establecer acciones éticas.
El ser humano maduro tiene la facultad de hacer elecciones libres, el género femenino posee el derecho de realizar acciones, así como de tomar decisiones de manera libre, reconociendo sus derechos, capacidades, limitaciones, para obrar a voluntad y hacerlo moralmente, es decir, con el pleno conocimiento de los hechos que le circunscriben. El principio del producir y dominar un acto está en el sujeto mismo.
CONCLUSIONES
Las políticas públicas actuales han establecido programas y estrategias para sensibilizar a los individuos, para concientizar a las personas y vivir en equidad, pero estos programas y estrategias han impactado de manera muy lenta y sin los resultados esperados, basta nombrar el fenómeno que se presenta en Ciudad Juárez, Chihuahua, y recientemente en el estado de Sinaloa para recordar lo insuficiente que han sido los esfuerzos del gobierno en la prevención y erradicación de la violencia de género.
No basta con vivir democráticamente como adultos, la niñez se debe cuidar mucho, el cambio de actitudes comienza principalmente en la infancia. Es fundamental comprometerse y capacitarse con la congruencia, el discurso es palabra llevada por el aire y a través del tiempo se olvida, los actos son lo que cuentan. Satir (1991) expresa que las acciones se convierten en fundamentos firmes sobre los cuales se desarrollan la fortaleza y la integración. Si se quiere vivir en democracia, el ser humano se tiene que entrenar desde temprana edad a vivir de tal modo.
La misma autora declara que el desafío de hoy es desarrollar seres humanos con valores morales, éticos y humanistas que puedan utilizar eficientemente todas y cada una de sus habilidades. La democracia en las interrelaciones y la libertad de ambos géneros para alcanzar la plenitud de sus actos es indispensable hoy.
La educación, la impartición y vivencia de valores, en la experiencia familiar y social extensa, deben orientarse a la democratización de las acciones. Los seres humanos por su condición son tendientes a la comprensión, a valorar a otros.
El avance científico y tecnológico tiene que ir a la par del desarrollo social, y la participación democrática y equitativa de la mujer en el mundo es una necesidad imperiosa en toda sociedad contemporánea, preservar estados de desigualdad y discriminación, de intolerancia e inequidad, solamente lleva a visualizar la deshumanización progresiva de la especie.
Las dificultades que se viven actualmente sobre la equidad de género y la valorización de la figura femenina corresponden a problemas estructurales y no coyunturales que no pueden resolverse con simples intervenciones de moda que se enfocan en la superación de una inadecuada percepción de crisis pasajeras.
BIBLIOGRAFÍA
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Davidoff, L. (2001). Introducción a la Psicología. México: McGraw-Hill.
Hirschberger, J. (1982). Historia de la Filosofía. Barcelona: Herder.
Palacios, J. (2007). La cuestión escolar. México: Paidós.
Satir, V. (1991). Nuevas relaciones humanas en el núcleo familiar. México: Pax.
Trujillo Sáez, F. y Fortes Ruiz, M. R. (2009). Violencia doméstica y coeducación. Un enfoque multidisciplinar. Barcelona: Octaedro.
Recuperado de http://www3.inegi.org.mx/sistemas/mexicocifra.com.mx
Xirau, R. (2010). Introducción a la historia de la filosofía. México: UNAM.