La observación astronómica a pequeña o gran escala siempre ha sido una de las actividades más importantes con las que las diferentes civilizaciones han manifestado su curiosidad para tratar de entender quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos y todas las preguntas básicas y fundamentales con las que el ser humano ha vivido a lo largo de su existencia.
En 2013, uno de los instrumentos astronómicos más fructíferos con que contaba la Agencia espacial norteamericana, la NASA, dejó de funcionar. Lo trascendente de este evento es que el telescopio espacial Kepler detectó en sus más de tres años de vida útil, cerca de 2700 potenciales planetas habitables fuera de nuestro sistema planetario, de ellos, sólo 132 están fielmente confirmados.
Recordemos que hace poco más de 400 años Galileo Galilei iniciaría la historia de la observación astronómica con estos instrumentos, los telescopios. También recordemos que en este momento hay algunos instrumentos de observación espacial que aún funcionan, como el telescopio espacial Hubble, que con más de 10 años de vida útil ha registrado fotografías del universo que hoy nos permiten hacernos una idea cada vez mejor de cómo es nuestro mundo desde el espacio exterior.
El telescopio Kepler, cuya misión es la detección de exoplanetas (planetas exteriores a nuestro Sistema Solar) se mantiene detenido debido a una avería que podría poner fin a tan importante empresa. Kepler fue lanzado en 2009 y los 600 millones de dólares que ha significado esta misión podría tener su fin si no se soluciona el problema de la rueda defectuosa que impide la continuación del trabajo de este instrumento.