La formación de especialistas en medicina familiar basada en competencias. Edición Especial No. 4
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Autora: Lorraine Terrazas Rodríguez.
RESUMEN
En el presente artículo se presenta un análisis de la necesidad de formación de especialistas en Medicina Familiar del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con base en competencias, siendo esto la clave para crear programas académicos que permitan la resolución de los problemas profesionales a los que se enfrentan en un primer nivel de atención los profesionistas del área.
PALABRAS CLAVE: Médicos, familiares, formación, competencias, atención, primaria.
INTRODUCCIÓN
El IMSS es una institución a nivel nacional formadora de recursos humanos en salud y principalmente con la especialidad en Medicina Familiar, los cuales ingresan a través del Examen Nacional de Aspirantes a Especialidades Médicas (ENARM). Cada año se inscriben alrededor de 27,896 aspirantes y de los cuales sólo 5,000 son aceptados para las diversas especialidades médicas, para Medicina Familiar fueron aceptados 1297 durante el año 2013.
Se tiene como sustento académico para los programas a nivel nacional el Programa Único de Especialidades Médicas (PUEM) Fernández (2003), con el cual se forman los médicos residentes que al egreso de la especialidad serán los encargados de otorgar una atención integral al paciente y su familia en un primer nivel de atención.
A nivel nacional los programas académicos en Medicina Familiar siguen priorizando los contenidos, por lo que el médico residente recibe una educación basada en los conocimientos que lo conducirá a obtener el perfil requerido, sin embargo, la educación por contenidos ya es poco utilizada. Según Tobón (2013) ya no es necesario el guardar los conocimientos obtenidos, sino que el alumno desarrolle estrategias para buscar, procesar, analizar, crear, adaptar, innovar y transferir el conocimiento en el contexto donde se desenvuelve.
El presente artículo pretende dar un panorama general del enfoque basado en competencias en el nivel superior, acotado a la Especialidad en Medicina Familiar.
DESARROLLO
Se ha introducido en México, desde hace tiempo el término de Competencias dentro de la Licenciatura de Medicina para lograr la obtención de un perfil por competencias, como resultado de un largo proceso de trabajo colectivo.
Durante el año 2003 se inició el debate de la Educación por Competencias en la Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Medicina Abreu (2010) donde uno de los principales acuerdos fue el tomar en cuenta las competencias a nivel de otros países, pues algunas se conjugan con problemas profesionales de salud que enfrenta México, lo anterior basado en dos directrices principales:
– Las competencias que deberá desarrollar el Médico General en México serán construidas con base en el contexto del país.
– Las competencias construidas irán orientadas a la resolución de los problemas profesionales a los que cotidianamente se enfrenta el profesional de la salud. Sin dejar de lado una visión local y universal.
Considerando lo anterior, en un nivel de posgrado, la Formación por Competencias debe tener un papel esencial y ser diseñada con base en las necesidades de un primer nivel de atención y en el contexto de la sociedad en que se desenvuelve. Anteriormente el escenario de la atención primaria se conceptualizaba como un nivel de baja complejidad, comparándolo con los hospitales (segundo nivel de atención), no obstante la realidad es contraria, es decir, el campo de la atención primaria es muy amplio, ya sea por la atención de pacientes de cualquier grupo de edad, así como por la patología consultada. Para llevar a cabo adecuadamente esta atención, los programas académicos en la formación de especialistas en Medicina Familiar deben cumplir con los suficientes conocimientos, aptitudes, actitudes que logren vincular con la práctica para dar solución a problemas profesionales que se enfrentan en el contexto laboral, y así otorgar una atención que logre integrar los conocimientos y las habilidades motrices con un actuar ético como profesionista de la salud para la mejora continua de una atención de calidad.
Al integrarse la Especialidad como un proceso formativo en Educación surge la necesidad de desarrollar competencias muy específicas en los Médicos Residentes, tales como la atención médica, la investigación, la docencia y la educación continua. De tal manera que partiendo de estos requisitos es necesaria una propuesta curricular del programa para que los médicos egresados cumplan con el perfil buscado, y que además se comprometan con el desarrollo de sus propios valores y principios éticos para el desarrollo de la profesión médica.
Enfoque por competencias
Las Instituciones de Educación Superior siguen siendo las principales formadoras de recursos humanos no solamente en salud, actualmente presentan desafíos que incluyen aspectos de los mercados educativo y laboral.
La acreditación educativa y la certificación profesional son procesos estratégicos dentro de la política educativa en México, construyendo objetivos que elevarán la calidad educativa del nivel superior de manera significativa, dando pauta a la mejora de los procesos y productos con eficiencia y calidad del sistema educativo nacional (ANUIES-OUI, 1993).
Con la realización de la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior con sede en la UNESCO en 1998, se detectó que era imperante el desarrollo de competencias profesionales y un aprendizaje permanente en el alumno, con la finalidad de que el conocimiento impacte el desarrollo cultural, social y económico de la sociedad donde se desempeña el profesional, enfrentando problemas reales y tomando decisiones de manera autónoma.
Para la UNESCO (1996), una competencia “Es el conjunto de comportamientos socioafectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un desempeño, una función, una actividad o una tarea”.
Por su parte, Noam Chomsky (1965) menciona que las competencias implican la capacidad de comprender y producir el lenguaje de acuerdo a ciertas reglas y normas convencionales dentro de una perspectiva eminentemente social. Agrega que son las habilidades y la disposición para actuar e interpretar, en el futuro y hacia lo inesperado.
A partir de la aportación de Chomsky, Howard Gardner (1980) retoma el concepto de competencia desde un punto de vista cognitivo, por lo que competencia se utiliza para definir la serie de capacidades que le competen a ciertas funciones cerebrales o a las habilidades de cada tipo de inteligencia, tal como lo menciona el autor en su teoría de inteligencias múltiples.
Philippe Perrenoud (2009) define el mismo concepto como la “Capacidad de actuar de manera eficaz en un tipo definido de situación, capacidad que se apoya en conocimientos pero no se reduce a ellos”. Finalmente su postura va de la mano con los autores previos, donde no sólo tiene que ver lo cognitivo, sino también el saber hacer y saber ser del alumno, y que además pueda emplear dichas habilidades en ámbitos de su vida cotidiana para la resolución de problemas.
La competencia se construye a partir de elementos básicos, los cuales contribuyen a que el alumno se incorpore facilmente al campo laboral, y también busca que sean más capaces en diversos ámbitos de su vida. Así, la autora asume que la competencia es considerada como la capacidad de aplicar en diferentes contextos un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes que las personas desarrollan en ambientes académicos, familiares y sociales.
Se da por lo tanto una clasificación de las competencias para la vida de acuerdo a las demandas socioculturales mundiales presentadas en la actualidad. Las cuales son: laborales, profesionales, de asignatura, para la vida y básicas, las profesionales son las que competen a este artículo y se refieren a los conocimientos, habilidades y actitudes que son propios de una profesión particular.
González y sus colaboradoes (2011) toman la siguiente postura:
Desde la perspectiva de las competencias laborales se reconoce que las cualidades de las personas para desempeñarse productivamente en una situación de trabajo, no sólo dependen de las situaciones de aprendizaje escolar formal, sino también del aprendizaje derivado de la experiencia en situaciones concretas de trabajo. Las normas de competencia se conciben como una expectativa de desempeño en el lugar de trabajo, referente con el cual es posible comparar un comportamiento esperado. Son patrones que permiten comprobar si un trabajador es competente o no.
Por lo anterior, Silvestre y Zilberstein (2010) asumen que la competencia profesional es una fomación compleja de la personalidad, y que esta debe tener una estrecha relación al integrar la teoría con la práctica y los modos de actuación, esto se da a partir de que el sujeto reconoce el significado social y el sentido para sí de sus alcances, es decir, hace consciente la necesidad y esto lo motiva a tener una actuación determinada.
Tejeda (2009) menciona que la competencia profesional:
es una cualidad humana que se configura como síntesis dialéctica en la integración funcional del saber (conocimientos diversos), saber hacer (habilidades, hábitos, destrezas y capacidades) y saber ser (valores y actitudes), que son movilizados en un desempeño idóneo a partir de los recursos personológicos del sujeto, que le permiten saber estar en un ambiente socioprofesional y humano acorde con las características y exigencias de las situaciones profesionales que enfrenta relativas a la profesión.
Villa (2008) asume que las competencias implican el “buen desempeño en contextos diversos y auténticos basados en la integración y activación de conocimientos, normas, técnicas, procedimientos, habilidades y destrezas, actitudes y valores”.
Por otro lado, Tobón (2006) define a las competencias como “procesos complejos de desempeño con idoneidad en un determinado contexto, con responsabilidad”. Donde nos habla del proceso como las acciones que se llevan a cabo y que se van articulando con un determinado fin, lo que implica que las competencias no son estáticas sino dinámicas, son complejas ya que articulan diversos aspectos con el fin de afrontar una incertidumbre, además implican un desempeño donde se hacen combinaciones entre lo cognitivo, lo actitudinal y el saber hacer. Son además idóneas, por el hecho de cumplir con ciertos requisitos, de calidad y eficacia al resolver un problema determinado. Además incluyen una variedad de contextos donde se puede poner en acción la competencia, y por último implican un sentido ético y responsabilidad tanto social como personal para afrontar las consecuencias de los actos éticos del sujeto.
La autora sostiene que para lograr educar en competencias, es necesario rediseñar los contenidos estableciendo las bases y una profundización disciplinar suficiente para garantizar la comprensión de los problemas profesionales, el analizar causas y encontrar soluciones que se concretarán en productos. Todo lo cual es fundamental en el desarrollo personal e intelectual del profesional.
El potencial de competencias que un determinado conocimiento genera en los alumnos puede ser muy rico y variado si implica dominio teórico y aplicación en la elaboración de productos y solución de problemas, es la comprensión del núcleo formativo donde se crean y adoptan las competencias.
Es decir, un alumno es capaz de comprender una teoría en específico y no sólo avanza en un conocimiento sino también en su capacidad de abstracción y de razonamiento y desarrolla unas destrezas y/o habilidades formales, simbólicas e instrumentales. Cuando el alumno logra desarrollar lo anterior, el aprendizaje entra en marcha. Se asume que las competencias podrían aparecer de manera espontánea en el aprendizaje, la mayoría se desarrollan por estímulos externos con procesos diseñados específicamente para ello.
Para Zalbalza (2005) el educar por competencias es un planteamiento de la formación que refuerza la orientación hacia la práctica (performance) y tomando como punto de referencia el perfil del profesional que se quiere formar. Este enfoque ha tenido como contraparte la formación basada en el conocimiento, la cual se centra más en objetivos planteados por expertos en formación, además de contenidos conceptuales y factuales, con poco sentido para el alumno para llevarlo a la aplicación o de forma pragmática al ejercicio profesional.
La formación Basada en Competencias se ha llevado a cabo en campos profesionales como la Medicina, Enfermería, Danza, Ingeniería, Derecho, Administración de Empresas, procesando un cambio sustantivo en el diseño de programas, en la metodología de enseñanza y en la evolución, y si mejoraran los contenidos se reflejarían a través de la práctica de todo profesionista.
La evaluación dentro de las competencias se realiza de una manera integral, donde se toman en cuenta todos los aspectos que rodean a la actividad asignada y se evalúan con base en el logro alcanzado en la ejecución de la actividad. Esto hace al proceso dinámico en tres momentos a evaluar: al principio, durante el proceso y al final del proceso, dando lugar a un diagnóstico inicial del logro para tener la oportunidad de realizar una retroalimentación, señalar áreas de oportunidad, repasos y correcciones hasta llegar a un juicio apreciativo integral.
La autora considera que si realmente se llevara a cabo una formación y evaluación por competencias en el área médica, el desarrollo práctico y de experiencia del estudiante sería evidente e implicaría nuevas técnicas de evaluación de parte del docente llegando a un desarrollo completo del estudiante que se demostraría en la práctica profesional de la Medicina.
La formación de competencias es clave en nuestra sociedad, sin embargo, habrá que definir los objetivos a lograr mediante el proceso formativo en términos de competencias.
Hoy la docencia médica introduce el Enfoque de Competencias con vista a lograr un producto formativo que vincule la teoría con la práctica, que impulse la iniciativa y la creatividad para la atención médica, proceso que reta al especialista y lo motiva en su desempeño profesional y crecimiento personal.
Es preciso transformar de manera gradual la Educación en la especialidad de Medicina Familiar con un enfoque en la resolución de problemas profesionales del contexto donde se desempeñará el médico, el cual debe de aprender a desarrollar un sentido crítico y reflexivo, a gestionar su conocimiento, a adaptarlo e innovarlo para aplicarlo durante la especialidad, además de fomentar el trabajo en equipo que es importante para el profesional de la salud en el primer nivel de atención donde el médico se enfrenta a patologías que requieren de una visión mutidisciplinaria para dar un enfoque preventivo, curativo y de rehabilitación a los pacientes atendidos.
CONCLUSIONES
En una especialidad médica es relevante la formación integral y de calidad, porque permite que el alumno aprenda a ser crítico, a que sistematice su pensamiento y que reflexione continuamente sobre sus actos, además de que se aprende bajo una metodología donde desarrolla habilidades procedimentales, y por parte del docente cuenta con diversas herramientas didácticas para la formación de los médicos residentes. A los estudiantes se les inculca la investigación donde ellos son capaces de interrogar y crear hipótesis de trabajo sobre algún problema profesional al que se enfrenten durante su formación, por ellos es fundamental que se busque el desarrollo de competencias profesionales en los alumnos de esta especialidad.
Además, al realizar una transición de los programas de estudio tradicionales que ponderaban sólo los conocimientos hacia programas basados en el desarrollo de competencias, se comprometerá al alumno a que no deje de lado lo cognitivo o los conocimientos que aprende dentro del aula, sino que logre hacer una vinculación o que gestione el empleo de estos conocimientos para aplicarlos en la resolución de problemas profesionales, ligados con el desarrollo de habilidades que perfeccione por medio de la creación e innovación, además de la responsabilidad ética que tendrá cada uno de sus actos en la atención de un paciente.
BIBLIOGRAFÍA
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