La evolución castiga a las personas egoístas
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Egoísmo igual a castigo pues la traición tiene una vida corta. Esto parece sugerir un estudio realizado por Andrew Coleman de la Universidad de Leicester, que actualiza la evidencia de una investigación presentada en 1974 por Richard Dawkins en la que se proponía que no son los organismos de las especies los que se adaptan para la supervivencia, sino que son los genes de estos organismos los que evolucionan dentro de cada ser viviente.
En el trabajo que recién presenta Coleman, se sugiere un condicionante nuevo e incluso contradictorio, la cooperación, como elemento de desarrollo de los organismos pertenecientes a una determinada especie. Y algo peculiar que propone el trabajo de Coleman rompe con los datos de investigación que han indicado durante generaciones, que “el egoísmo” contribuye a la supervivencia; ya que en esta nueva investigación se plantea que la cooperación entre organismos ha sido fundamental para el mantenimiento de la especie humana, que de lo contrario habría desaparecido hace tiempo. Afirma que “uno puede pensar que la selección natural debe favorecer a los individuos que son explotadores y egoístas, pero de hecho, después de décadas de investigación, sabemos que esta es una visión de las cosas muy simplificada, sobre todo si tenemos en cuenta la teoría del gen egoísta en la evolución”.
La revista Nature Communications publicó el resultado de un trabajo de científicos de la Universidad Estatal de Míchigan liderado por Christoph Adami, en el que se probó que en los entornos cooperativos modernos es menos probable que sobrevivan los organismos con mayores características y rasgos egoístas, estudio que contrasta con la propuesta sostenida hace mucho tiempo por el matemático John Nash que demostró que en el llamado “dilema del prisionero” la estrategia ideal es no cooperar.
Adami y sus colaboradores concluyen que la clave para la supervivencia de las especies sí está en el cooperar, “Ser mezquino puede dar ventajas en el corto plazo, pero ciertamente no a largo plazo. Nos extinguiríamos”. Y esta afirmación del líder del estudio de la Universidad de Míchigan tiene sentido, ya que a pesar de que las personas egoístas pueden beneficiarse en un primer momento de quienes son más cooperativos en un cierto grupo, a largo plazo las ventajas son más significativas entre aquellos menos egoístas.
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