<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=186146087706618&amp;noscript=1"> Construyendo un carácter para las futuras familias. Año 2. Número 4.

Construyendo un carácter para las futuras familias. Año 2. Número 4.

8 min de lectura

Autora: Lidia Paola Rodríguez Fuentes.

RESUMEN

En este artículo se exploran las dificultades dentro de la familia causadas por los problemas tanto económicos como psicológicos, que han distorsionado la educación en los hijos y han traído como consecuencia la inmadurez en los hijos y el desequilibrio emocional tanto para los hijos como para los padres; aunado a la pérdida de valores y la desestabilidad en la familia.

PALABRAS CLAVE: Autoestima, madurez, inmadurez, obediencia, compromiso, personalidad, confianza, éxito.

INTRODUCCIÓN

Uno de los grandes desafíos de los padres es el de cultivar buenas relaciones con sus hijos, especialmente durante la adolescencia y la juventud, sin embargo, en gran cantidad de familias la realidad es otra, al ver la relación que se vive diariamente entre padres e hijos, tomado en cuenta que esta relación familiar dejará huellas imborrables en ellos.

Dependiendo de cómo se vive esta relación, será ésta la plataforma que los hijos usaran para impulsarse en su vida venidera y su conducta, así mismo será un fundamento para su toma de decisiones que día con día se irán tomando.

En vista de los grandes problemas que han surgido en la sociedad, es necesario que los integrantes de las familias actúen con responsabilidad y compromiso con sus hijos, sobre todo los padres, ya que debido a la intensidad del trabajo y sus múltiples compromisos, tienden a perder de vista la importancia que tiene la educación y la formación de sus hijos.

DESARROLLO

Los padres deben tener el compromiso de ganarse el corazón de sus hijos desde una edad temprana, esto se puede lograr dedicando tiempo para estar con ellos, ya que los hijos necesitan tiempo de calidad y en cantidad. Los padres se deben de dar tiempo para conversar abiertamente con sus hijos, aclarando algunas dudas y desarrollando la confianza que será el fundamento de los hijos.

Tener buenas relaciones entre la familia provoca beneficios que contribuirán en el desarrollo de la seguridad de los hijos:

• Seguridad y fortaleza ante los problemas:cuando los lazos familiares están bien fortalecidos, los hijos serán más capaces y fuertes para enfrentar los problemas y tomar decisiones para solucionarlos. Desarrollar la seguridad en los hijos trae como consecuencia confianza, satisfacción y fortaleza en su vida y la familia podrá gozar de una comunión feliz.

• Desarrollo del aprendizaje escolar: dentro del éxito escolar se toman en cuenta el desarrollo de lenguaje y otras destrezas. Este desarrollo debe comenzar desde el nacimiento del niño, para que al crecer sienta que sus logros se deben a la educación que sus padres le dieron.

• Fortalecimiento psicológico: las interacciones positivas fortalecen a los niños, y ese vínculo emocional generará una relación estable y saludable entre padres e hijos. Asimismo, esto proporciona al niño una mayor fortaleza psicológica para enfrentar situaciones de tensión y retos en la vida. El afecto recibido por parte de los padres es un fundamento social que le ayudará a fortalecer sus relaciones y el desarrollo de actitudes positivas.

Smiley (2007) afirma que “para restaurar una relación que ha sido dañada y abrir un círculo que aún no ha sido cerrado debido a los daños causados, se recomienda que los padres realicen lo siguiente”:

• Reflejen ternura.

• Tengan mayor comprensión.

• Admitan que han ofendido.

• Busquen el perdón de los hijos.

De esta forma, se debe tomar en cuenta que son los padres los responsables del desarrollo de la personalidad de sus hijos; si bien es cierto, hoy, dentro de las familias se encuentran niños inmaduros, sin embargo, lo esencial tanto para los padres como para los hijos es crear un ambiente en el que el niño desarrolle una personalidad madura y responsable, de acuerdo a la edad en la que está viviendo.

La importancia que tiene la madurez en la vida de cada uno de los hijos repercutirá en la toma de decisiones correctas y en saber autogobernarse; una de las formas en que los padres pueden ayudar a sus hijos es enseñándoles a asumir responsabilidades y sufrir la consecuencia de las decisiones que toman, así como enseñarles hábitos de trabajo, diligencia y perseverancia.

La consecuencia de esta buena educación en los hijos ayudará a que sean independientes. Por lo contrario, así como la maduración es un proceso que lleva tiempo y requiere de cariño y comprensión, también se presentan algunos impedimentos como son:

• Sobreprotección.
• Falta de atención.

Estos factores traen como consecuencia la inmadurez, la cual ha perjudicado a muchas familias que no saben cómo controlar a sus hijos y cómo educarlos de una manera diferente.

La inmadurez, regularmente es causada por los padres ya que son ellos quienes no permiten que sus hijos realicen tareas en casa y tampoco les asignan responsabilidades específicas, debido a la sobreprotección que tienen con ellos.

En los últimos años se han observado grandes cambios sociales, políticos y económicos, que sin duda han perjudicado a las familias y la forma de pensar de los padres; estas trasformaciones han generado experiencias distintas y un cambio de valores en las generaciones posteriores.

Prado y Amaya (2005) mencionan tres tipos de generaciones dentro de la familia y las características que cada una de ellas presenta:

– Generación silenciosa: esta generación está formada por personas que vivieron de 1925 a 1949 durante las guerras. En ese tiempo, la cortesía y privación eran características esenciales, así como también era necesario ser ahorrativo y administrador, estas personas crecieron en un ambiente de responsabilidad.

– Generación Baby Boomers: personas que nacieron entre 1950 y 1970 donde crecieron niños que vieron las primeras televisiones en blanco y negro, la educación que estaba centrada en el maestro queda atrás y el alumno comienza a tener un papel más importante. En este sentido, y dentro de la familia, el niño empieza a adquirir valor en sí mismo, se respeta su individualidad, se rechaza el castigo físico como medio de disciplina y es aquí en donde surgen los derechos de los niños. Dentro de esta etapa, los padres son influidos por el cambio y se reduce el autoritarismo y la imposición como medios de disciplina hacia los hijos.

– Generación X: personas entre 1970 y 1984, es la primera generación de niños que sufre las grandes transformaciones sociales y culturales, es aquí en donde los niños llegan a casa y no está su mamá para recibirlos ya que se encuentra trabajando, las tradiciones familiares se olvidan, como la de comer juntos o ir todos a visitar a los abuelos.

– Generación milenio (internet y barbies): estas personas se desarrollaron a inicios del nuevo siglo, desde 1985 hasta la actualidad, las mujeres demuestran un mejor rendimiento académico aun en la universidad, en cuanto a los niños, son denominados niños internet o del celular ya que utilizan la tecnología la mayor parte de su vida, duermen un periodo de 3 a 5 horas diarias ya que desde muy pequeños saben manipular la tecnología e interactúan con ella. También son llamados barbies, ya que enfrentan nuevos dilemas que no existían anteriormente como los problemas alimenticios (anorexia, bulimia).

La educación que anteriormente se daba en casa ha cambiado y ha transformado el carácter y la personalidad de los niños que no encuentran su identidad.

Anteriormente, la madurez que los niños adquirían a temprana edad era obligatoria, ya que tenían que trabajar, y como resultado obtenían mayor confianza en sí mismos. En la actualidad, los niños adquieren sus propios valores e identifican su personalidad por medio de la tecnología, en la televisión, internet, entre otras, no por medio de sus padres, esto provoca que el niño no alcance la madurez necesaria y crezca con valores adquiridos fuera de casa.

“Las últimas generaciones de padres ha tomado más en serio que nunca la educación de sus hijos. Actualmente cuentan con recursos materiales, intelectuales y tecnológicos para dedicárselos al fomento intelectual y emocional de sus hijos como nunca antes” (Prado Maillard y Amaya Guerra, 2005).

La educación que los niños reciben hoy es una preocupación para los padres, ya que debido al trabajo sus hijos son educados por niñeras o personas desconocidas.

Díaz Hernández (2005) menciona que “la autoridad estructurada sobre falsas bases de obediencia, sólo funciona durante muy poco tiempo y desaparece pronto; entonces no queda ni autoridad ni obediencia”.

Es cierto que la educación de los hijos debe empezar desde que éstos se encuentran en el vientre materno, pero también es de suma importancia tomar en cuenta que esta educación debe ser fortalecida durante el crecimiento de los niños, pues en este tiempo se van adquiriendo nuevos conocimientos y la seguridad en sí mismos debe ser reafirmada cada día.

Posse y Melgosa (2008) afirman que “la autoestima es para el niño como su retrato consciente, su autenticidad, como se considera a sí mismo, lo que espera de sí y su capacidad; es su documento de identidad interior”.

La manera en que cada niño se percibe a sí mismo tiende a ser parte de la base de su desarrollo y del alcance de sus éxitos; el aspecto físico es una parte muy importante para el desarrollo de la autoestima y el nivel de madurez que el niño necesita poseer ya que es la primera impresión que se da a la sociedad y regularmente la forma en que la sociedad clasifica a las personas.

De igual modo, las experiencias psicológicas y educativas que los hijos adquieren en la familia son parte del nivel de madurez que alcanzarán y que cuando estén fuera de casa les ayudará a sobresalir y alcanzar el éxito por sí solos.

La mente de los niños a temprana edad es activa y si no se les da una educación adecuada y con cosas positivas en mente, su vida puede no ser óptima.

“En el cumplimento de las tareas que se les haya asignado a los hijos, éstos pueden fortalecer la memoria y obtener un equilibrio mental, correcto, así como la estabilidad de carácter y prontitud” (De White, 2005).

Los padres deben ser inteligentes y tomar en cuenta que a los hijos se les deben asignar tareas que sean acordes a su edad y al grado de madurez que tengan, de la misma forma, estas actividades ayudan a que su carácter, personalidad y madurez se vayan reafirmando.

En cuanto a los padres, se debe tomar en cuenta que ellos deben poseer un pensamiento positivo ante cualquier circunstancia que se les presente, tanto en la educación de sus hijos como para enfrentar algún problema familiar.

“Una manera de conseguir el estilo de pensar positivo es desechar los pensamientos negativos y sustituirlos por opciones positivas. Los pensamientos suelen asaltar a las personas de forma automática y sin ninguna lógica. Es pues importante identificarlos y cambiar el estilo de pensamiento” (Melgosa, 2011).

En el ámbito familiar suele suceder que los padres generan malos pensamientos, que si no se atienden a tiempo y de la manera correcta, pueden contagiarse a los hijos, por lo tanto, esos niños crecerán con una forma de pensar más pesimista, lo convertirán en un hábito y desarrollarán poca estabilidad emocional en los hijos falta de un pensamiento positivo que los lleve a tener una buena autoestima y madurez psicológica.

CONCLUSIONES

Los padres deben reconocer que una de las lecciones más importantes para sus hijos es aprender que deben cumplir su parte en cuanto a la realización de las tareas en el hogar, asimismo, deben enseñarles la vida con sentido común y ayudarles a ser útiles en el mundo.

Los padres y las madres deben buscar la forma de lograr que sus hijos se acerquen a la perfección de su carácter, esfuerzo y madurez, ya que deben estar comprometidos en trascender con el paso del tiempo y alcanzar el éxito.

Finalmente, los padres deben reducir la dureza y la severidad como factores para obtener la obediencia, deben mostrar amor, respeto y disciplina para obtener un buen resultado: hijos con madurez y una buena autoestima. Los buenos pensamientos suelen ser como una guía para tener una autoestima estable y madurez suficiente para la solución de problemas.

BIBLIOGRAFÍA

Díaz Hernández, G. (2005). Los padres y la educación. México: Luna Editores.

Melgosa, J. (2011). Mente positiva: Guía práctica para cualquier situación. Madrid: Safeliz.

Posee, R. y Melgosa, J. (2008). Para el niño: El arte de saber educar. Madrid: Safeliz.

Prado Maillard, E. y Amaya Guerra, J. (2005). Padres duros para tiempos duros: hijos exitosos educados con carencias, disciplina y fracasos. México: Trillas.

Smiley, K. (2006). Ser padres. Michigan: Portavoz.

White, E. (2005). Principios y valores para la familia de éxito. México: Gema Editores.